Otra vez las mismas palabras que desembocan en la misma conclusión. Misma miseria, misma confusión.
Es necesario alterar nuestra historia a pesar de que eso inflija dolor. No eres libre, la costumbre te lo impide y si yo permanezco contigo me corono como el rey de los necios. ¡Larga vida al rey, en su ya necesaria necedad!
Ojalá pudiera decirte que te voy a esperar por siempre, pero eso es injusto si se ve desde el punto del que no se divierte, desde la posición del que vive teniendo siempre frío, del que tiene sobrepoblada la mente con mil y un delirios.
Es incorrecto tener a dos, o más, personas para que la suma de ellas sea tu sueño; tarde o temprano cualquiera de esos elementos deseará ser tu único dueño.
El tuyo es un juego que suele terminar mal, por mi parte creo que está cercano el final. Se ve cerca la contraportada, los créditos finales y el telón.
Ojalá pudiera decirte que no te amo, pero mi sentimiento por ti es muy grande, más que un Gulliver en esta tierra de liliputienses. Te busco en la gente y te miro hasta en el aire. Busco tu tacto, busco tu aroma, busco tu mirada aun en las sombras. Tu voz me resuena como un eco y lo que más quiero es que seas feliz.
Permanezco colgado del borde, aferrado con las uñas, tú sigues insistiendo en perpetuar esta situación.
Pero lamento decirte que hoy hice un descubrimiento importante: además de que te amo demasiado, también me amo yo. Al final todo pasa, hasta las pasas al darse la paz.