sábado, 30 de noviembre de 2019

Autocompasión

Cada mañana en el mismo lugar, aunque bajo distintos cielos.

Aplastando las nalgas en las mismas gradas, usando los mismos audífonos,
probablemente escuchando la misma canción y el mismo artista.

El joven obeso, de anteojos gruesos, vestido de ropa deportiva,
echado como base de tótem, mirando pasar a la gente que se ejercita.

Hace meses, este chico se propuso bajar de peso, activarse y alimentarse bien.

Pero come la misma chatarra y únicamente se despega el monitor para ir a sentarse y escuchar lo mismo de siempre.

A veces le duele recordar los rechazos en la escuela, en la iglesia y en las entrepiernas.

Rechazos en cualquier lugar donde se apersone, rechazos que sólo le queda apechugar.

Ahora duda mas en hablarle a las chicas que le gustan y ni si quiera tiene valor para pedirles la hora a las que no le interesan.

¿Por qué lo hizo Dios tan repelente y tan candente?

Sueña en que se inventará una medicina o que encontrará el hechizo que le permita bajar de peso en un parpadeo, y ponerse todo duro... ¡Ja, seguro!

Sueña en que llegará el día que todos lo admirarán, lo buscarán, y dejará de sentirse solo, tan solo.
Piensa que el futuro será muy bueno con él.

Pero hoy es hoy e, igual que mañana, el chico obeso con ropa deportiva estará sentado en el mismo parque, sobre las mismas gradas, usando los mismos audífonos y escuchando la misma canción. Hasta el fondo del profundo hoyo de la autocompasión.

clown

jueves, 28 de noviembre de 2019

Paciencia

"Paciencia", dice el viejo en el mar al mediodía, cuando nada ha picado desde el amanecer, adornando la palabra con términos coloridos y mal sonantes que practica por las noches con su vecino el verdulero y una botella de ron.

La paciencia es una de esas cosas que siempre echamos en falta cuando más la necesitamos, como los retretes, la fuerza de voluntad y el vigor sexual (si eres hombre, claro está). Es también de las cosas que más se predican sin el ejemplo, por eso es hermana de la verdad, la virtud, la justicia y la honestidad.

"Paciencia", dijo el jefe de policía a sus subalternos brutos cuando notó que se les estaban pasando los puños en el interrogatorio de un inocente que se empecinaba en no confesar el delito no cometido.
"Paciencia", fue el título de una balada tranquila, escrita por el cantante arrebatado y retador, en un oasis de calma existencial. Fue como un ruego para que la vida le concediera lo que considera inalcanzable e imposible.

"Paciencia", suelen pedir al pueblo oprimido, con voz almibarada, los ricachones, papas y faraones de la falsa democracia, pues, total, ¿no se les dará a los pobres felicidad con creces en la eternidad del más allá, mientras los primeros del mundo bailarán hula hula en el ojo de una aguja?
Paciencia es lo que nos esquiva cuando no coinciden nuestras opiniones y juicios. Cuando carecemos de buenos argumentos para sustentar nuestras palabras.

"Paciencia", nos dirá el portero del Cielo para saborear el tiempo que simule revisar su lista en blanco de invitados, atisbando nuestras vanas esperanzas y carcajeándose por dentro, antes de revelarnos que nuestro destino es el infierno.

Simple paciencia, compleja ciencia.

job