miércoles, 29 de diciembre de 2010

(¿Es mi?) Vida

Testigo de decadencia, el tiempo, se sabe también culpable; nos mira desfilar uno tras otros, haciéndonos creer que de alguna manera permaneceremos. Somos tantos y permanecer es imposible, hasta para unos cuantos. Hay quienes corren cierta suerte, pero ¿qué tanto corresponde la imagen que tenemos de Platón al verdadero hombre que respondió a tal nombre? Por otro lado ¿cuánto crees que tarde en borrarse por completo su recuerdo? Hay días en que estoy cansado desde el amanecer y me sorprendo de la gente que desea vivir todo el tiempo que le sea posible y mucho más. Más que a la muerte, confieso un terror terrible a la vejez. La decadencia en vida es lo que realmente me asusta, mientras me divierto con los individuos que centran sus esfuerzos en crear dinastías o en aquellos que acumulan tesoros materiales como si fueran a vivir por siempre. La ciencia hace lo que puede para prolongar la juventud, pero al final todo ese esfuerzo prueba ser en vano. Alguien dijo que lo principal en la vida es precisamente ‘vivir’, sólo conocemos lo que tenemos y del ‘más allá’ no hay garantías palpables. Creo en una religión, sólo por si las dudas, tal como hizo Pascal. Pero en el fondo sólo creo en aquello que considero moralmente bueno, o mortalmente malo. Gran parte de los dogmas religiosos tienen la única función real de ser ignorados. Todo esto puede sonar a desencanto; igual y sí, no son palabras definitivas, mañana pudiera pensar distinto (aunque realmente lo dudo).

viernes, 24 de diciembre de 2010

Regalo de navidad

El sol apenas despuntaba, eran dos horas antes de su acostumbrado despertar cuando iba a la escuela, pero Navidad siempre es especial. Se había portado bien, casi todo el año (en lenguaje infantil esto significa las tres semanas previas al 25 de diciembre). En la carta a santa Claus había sido muy claro: el un videojuego de la película exitosa, el dinosaurio violeta y los duendes (esos que estaban de moda y que eran más dulces que la kriptonita de un supermán diabético). Saltó de la cama y corrió a la sala en donde estaba el árbol decorado. La emoción se le desbarrancó por completo, y ya no dio signos vitales, pues allí no había ni un videojuego, duende ni dinosaurio morado, sólo había un auto rojo a control remoto. Papá también había despertado ya, bajó con la bata que la noche anterior le regaló la tía amarga, esa que había que tratar muy bien, pero sólo porque tiene mucho dinero. “Salgamos a probarlo”, dijo papá, quien siempre deseó en su infancia un auto a control remoto, y si era rojo ¡mejor!, así que vio muy oportuno que santa le trajera ese regalo al pequeño. Ambos en pijamas, a mitad de la calle observaban al auto avanzar, retroceder, detenerse y ponerse en marcha, obedeciendo fielmente las órdenes de papá, quien tenía en sus manos el control y no tenía visos de querer soltarlo. “¡Cómo nos divertimos!, ¿verdad hijo?” En el rostro del niño no había ningún rastro de emoción, simplemente imaginaba cómo se estaría divirtiendo él si santa le hubiera traído lo que le pidió. Papá feliz, y tanto que ignoraba a su hijo, olvidaba también la dura situación en el trabajo, borraba momentáneamente de su memoria la espada de Damocles del desempleo que desde hacía meses pendía sobre su cabeza, colgada de la crin con urzuela de un caballo anémico. El hijo quiso resignarse y se acercó a papá para pedirle un momento el control de ‘su’ juguete nuevo. Papá se negó y siguió controlando el auto. Papá se entretuvo hasta que se le acabó la batería al aparatito. “¿Te gustó hijo?, ¿verdad que es divertido?” La Navidad es definitivamente un día especial para marcarte de por vida, agradable o desagradablemente, pero sin duda siempre hay una que puede marcarte para toda la vida.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Magia perdida

Dos alquimistas dejando un viejo milenio, o llegando al nuevo, yo casi extinto, tú recién creada. La magia duró por bastante tiempo, tiempo que podía detenerse con sólo cerrar los ojos, pero al abrirlos ya no estábamos juntos. Me dijiste que todo terminó hace un año cuando dejamos lo que no quisimos pagar en el estacionamiento de un supermercado. Nos separamos y nos reunimos tantas veces como tonos hay de gris, nos empeñamos en revivir lo que ya hacía mucho había muerto. Actuamos lo mejor posible, y nadie nos dio ningún premio. No hay manera de hacer magia con los retazos, no hay forma de volver a creer que el vino es sangre sagrada y no sólo bebida de uva. Yo en seriedad me hundí, tú por ser liviana flotaste. Cuando se pierde la fe, las montañas se quedan quietas y las estrellas dejan de conceder deseos. De alguna manera perdimos la fe en nosotros. Podemos seguir como autómatas mercenarios en guerras comerciales de galaxias muy lejanas, sacando beneficio rutinario de algo que realmente nos dejó de importar. O podemos rescatar el último pedacito de orgullo y reconstruirnos, cada quien por su lado, esperando encontrar a alguien con quien podamos volver a hacer magia verdadera. Para entonces quizás nos convenzamos que lo nuestro fue sólo un mal sueño, del que despertamos al caer de la cama a la mitad de un aguacero. Es mejor aceptarlo que resignarnos o que terminar despedazando lo poco que nos queda. Tienes el futuro por delante y yo tengo poco tiempo para olvidar el pasado. Buen viaje entonces y ojalá que encuentres lo que siempre has deseado.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Recuerdos

Cuando en noches despejadas de noviembre miro al cielo y todas las estrellas brillan, me acuerdo de los reyes magos y de mi papá. Cuando entro a un templo católico siento los ecos de la fe que perdí cuando trabajé para el Vaticano. Cuando voy conduciendo por ciertas avenidas añoro las caricias furtivas de quien rompió mi corazón. Cuando leo de nuevo las aventuras de Alicia digo que el mundo sería mejor si no presumiera tanto su razón. Cuando en las mañanas soleadas me siento a escribir, regreso un poquito a los días en que tenía algo que decir. Cuando entro a la rutina del trabajo para ganarme el pan y el cobijo, es el momento en que mi vida se concentra en un profundo olvido.

domingo, 28 de noviembre de 2010

La suerte está echada

Mentes que giran como en carnaval, buscando respuestas en ríos de palabras que vomitan los tiempos insensatos. Seres orgullosos que en su ego se olvidan de sí mismos, y ni cuenta se dan de eso. Esperas fastidiosas, esperas para que el destino se arregle por sí solo, así mientras lavamos nuestras manos, volteamos hacia otro lado; la preferencia es por la indiferencia. Promesas de amor que carecen de fundamento, dichas por corazones comprimidos que no sienten nada. Presiones sin sentido para elegir una de de las mil carreteras que no conducen a ningún sitio. El cielo oscuro presagia tormenta, pero todos sacamos nuestros relojes de sol. Cuando llueva fuego no nos servirán los paraguas, a menos que estén elaborados de asbesto, claro. En un monte alguien cita su frase favorita: “Alea jacta est”.

martes, 23 de noviembre de 2010

Muriendo

Arrojando la lata de veneno para ratas y el bote de coca cola, pensó que ninguno de los dos era la solución, o el medio, para llevar a cabo el objetivo final de sus tendencias suicidas. Tampoco lo eran arrojarse al océano ni a la autopista, ni acostarse en las vías del tren. Estaba convencido de que sólo necesitaba estar enamorado. Cosa de dos segundos tras verla y de un año de tratarla para tener la certeza de que ella era la forma en que se suicidaría. Flores, promesas, peleas y reconciliaciones. Luchas de poder y alegrías. Cada día apresuraba su muerte y ni cuenta se dio del momento en que murió. Siguió respirando, siguió siendo visto por todos, pero ya estaba muerto. Hasta que casi no había flores, ni promesas ni reconciliaciones. Había ganado la indiferencia. Compromisos, sonrisas tatuadas en sus rostros, hijos. Él seguía muerto. Ella también lo estaba, y a pesar de todo ambos se convencieron de que todo era normal y que por eso todo estaba bien. En algún momento llegó la religión. Pero no emularon a Lázaro. Pasaron los años y ellos se negaban el arrepentimiento, aunque a ambos les dolían sus almas muertas. Poco después los dos murieron por segunda vez, pero ahora les tocó esa muerte en la que uno deja de respirar y de ser visto por los demás. Ya nunca se supo nada de ellos, y a nadie le importó eso.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Microbús lleno

Microbús lleno. Pie en el acelerador. Pesado como la gravedad y el cansancio. Conductor del microbús pensando -por imposible que parezca que un personaje así pueda realizar dicha función cerebral- en las tres películas porno piratas que guarda debajo del diario amarillista de ese día. Nadie se puede imaginar que debajo del periódico, cumbre del mal gusto y que lleva como titular “Entambados como tamales en botes de leche industriales” van ocultas tres borrosas películas: “A la prima se le arrima”, “Club anito” y “Monsters Inc.”, en realidad la última no es porno, pero el conductor tiene siete hijos, con mala alimentación y peor educación, que tienen derecho a divertirse. El colectivo viaja a gran velocidad, la competencia con otras máquinas de transporte público es marca Ben-Hur, descaballada y sin Charlton Heston. De repente, frenado sorpresivo y violento que incomoda y reacomoda momentáneamente a cada uno de los pasajeros embutidos dentro del vehículo. “Cóbrese uno a las Torres”, dice el calvo burócrata que acaba de abordar el micro, mientras paga su pasaje al conductor y mira por el pasillo sin espacio vacío ("ahora entiendo por qué se le llama 'micro'", se dice mientras carajea interiormente). “Pásele pa' atrás joven”, le responde el conductor, pidiendo un imposible, una violación a las leyes más elementales de la física. El calvo tuerce la boca en una mueca de muñeca moderna. Es calvo y sin ilusiones; sin ilusiones y amargado. En su juventud, no tan lejana, había sido un soñador, pero la realidad se encargó de ‘despertarlo’, por eso ahora sólo era un burócrata avinagrado que por puro rencor se encarga de asesinar el aspecto soñador de cualquiera que se le plante enfrente. Microbús más lleno. Pie en el acelerador de nuevo. Jalón que empuja a los pasajeros hacia atrás. Burócrata amargado tratando de encontrar allí dentro una posición que le sea menos incómoda que la actual, pues va siendo empujado por los glúteos grasientos y aguados de una gorda; en su brillante calva siente la alitosa respiración de un gandul y su costado es picado por el codo de un vejete al que aparentemente nadie le ha dicho que ya se inventó el desodorante. A mitad del pasillo, un albañil bigotón y chaparro, con un poco de cal en el pelo, lleva sus instrumentos de trabajo, incluido un serrucho largo envuelto en papel noticioso. El trabajador de la construcción, a pesar de ser prosaico y vulgar la mayor parte de su tiempo, susurra cortésmente a un caballero bien trajeado que por favor toque el timbre para anticipar la parada. El albañil ya casi tiene que bajar. El mentado caballero viaja abstraído. Su auto descompuesto lo obligó a tomar hoy este transporte colectivo en el que no suele viajar. El mentado caballero va pensando en una linda princesa a la que ama, pero a la que no sabe demostrarle sus sentimientos. El albañil vuelve a murmurar con mucha pena que por favor le toque el timbre. El mentado caballero sigue sin escuchar. Microbús lleno. Pie en el acelerador. Burócrata amargado sudando por tanto calor humano. Calva chorreante. Albañil susurrante. Caballero sin caballerosidad. Las dos puertas del microbús están igual de lejos para el albañil, que se ubica justo a la mitad del micro. Si se fuera a la del frente, seguro el conductor le diría que la bajada es por atrás, por el puro hecho de molestarlo. Así que para salir por la puerta posterior tiene que recorrer un buen trecho y antes que nada pedir al caballero sin caballerosidad que toque el timbre y que lo deje pasar. Vuelve a susurrar su petición, nervioso y con un marcado complejo de inferioridad. El traje del caballero realmente le impone respeto. Pero no es escuchado de nuevo, y el albañil decide picar con su dedo índice derecho el brazo del caballero. Éste por fin vuelve en sí y mira desdeñosamente al albañil que le dice: “¿no le toca?” El caballero sin caballerosidad, molesto por haber sido despertado de su ensueño y cobrando conciencia del feo lugar en donde ahora está, toca el timbre mientras otro pasajero, testigo de todo el mini drama, piensa: “¡enano mala onda, mira que pedir que le toquen el timbre, sin albur, sin decir por favor!” Microbús atestado. Pie en el freno. Parada violenta. Burócrata amargado recriminando mentalmente al conductor pornomorboso por lo brusco del frenado. Caballero sin caballerosidad pensando de nuevo en su princesa inalcanzable, y el ensueño vuelve a reventar como burbuja picada, de vuelta a la cruda realidad. Albañil susurrante escabulléndose como puede para llegar hasta la puerta de atrás, golpeando sin querer con su serrucho a la gente que atesta y apesta el colectivo. El que se lleva el peor golpe es el pasajero testigo quien piensa: “maldito mugroso ¡muérete!” El albañil susurrante alcanza la puerta y salta, pero antes de salir completamente… Microbús lleno. Pie en el acelerador de nuevo. Conductor con urgentes imágenes pornomorbosas en la mente. La carne es débil. Burócrata amargado tratando de no perder el equilibrio. Caballero sin caballerosidad perdido de nuevo en ya-sabemos-dónde. Albañil susurrante cayendo estrepitosamente en la banqueta, pues el microbús aceleró antes de que terminara su descenso. Pasajero testigo asustado y experimentando culpa por el deseo maldito que formuló (“Dios a veces cumple lo que le pedimos”, le dijeron alguna vez y en este momento le aterra que eso sea cierto). “Párate asesino”, le grita el burócrata al conductor, por un momento el soñador que llevaba dentro revivió ante la injusticia que le está ocurriéndole al albañil susurrante que se retuerce de dolor en el suelo de la calle. De repente, salido aparentemente de la nada, un policía de esquina le ordena al conductor del microbús que se detenga y “baje del vehículo”. ‘Vehículo’ es una palabra que los agentes del orden en la ciudad gustan de usar, pues los hace sentir sofisticados. Microbús detenido por la ley. El burócrata vuelve a matar con amargura a su soñador brevemente revivido mientras se burla del conductor. Cinco metros atrás del microbús el albañil sigue revolcándose de dolor. El conductor desciende con un billete de $100 enrollado discretamente en una de sus manos y empieza a discutir con el policía sin dejar de preguntar “¿cuál tirado?, ¿cuál tirado?” El caballero sin caballerosidad vuelve a despertar ante la inquietud de los demás pasajeros y pregunta qué pasó. El pasajero testigo siente que se le retuerce el alma como caracol salado por la culpa que le produjo su malsano deseo. Microbús lleno detenido sin conductor. Caballero sin caballerosidad enterado del suceso y de regreso a sus ensoñaciones, tratando de evocar el dulce aroma de su princesa. Albañil susurrante incorporándose a lo lejos, recoge sus herramientas regadas, le mienta la madre al conductor y se aleja de allí cojeando en zigzag. Pasajero testigo sintiendo que se le quita un gran peso de encima vuelve a divertirse criticando mentalmente a los demás. El policía, ya sin ‘cuerpo del delito’ se conforma con $100 y como araña vuelve a su puesto para estar pendiente de las moscas que caerán en su trampa de corrupción. El conductor pornomorboso regresa a su microbús. El burócrata amargado se dice que así son las cosas en este país y se queja de que apenas sea martes. El albañil se reincorpora y se aleja cojeando; más tarde tendrá que ser atendido por la fractura de sus dos costillas. Microbús lleno. Pie en el acelerador. Conductor pornourgente maldice el tiempo perdido y acelerando se pierde con todos sus pasajeros en el tráfico de la ciudad.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Por una niña mala

Dejando de lado la apuesta por la resurrección, perdido como el niño que cazaba mariposas en el bosque denso, sin rumbo fijo, estás buscando cualquier puerta. La religión te mintió, como un llanto sin lágrimas, de mil profetas uno dice media verdad. Me gustaría decirte que hay un camino, pero estoy más perdido que tú. Los dados en el aire y César habla de la suerte, busquemos mejor arañas en el techo hasta que nos sorprenda la muerte, con una caja envuelta en papel azul. El abandono es frío como un beso al mármol, el rito desgastado ya no tiene nada que ofrecer. Cada vez más juntos y por dentro más alejados. El tiempo dejó sus peores huellas en tu cara. Una guitarra vuela mientras el mentiroso sonríe, y tú le crees sólo por la blancura de su dentadura. ¡Qué impostura! Yo me despido como cuando le decía adiós a papá. Todos terminaremos en el olvido. Te veo partir en el tren de tu decisión y yo me quedo limpiando la estación. El desfile de los seres grises carece de música, pero te absorbe aun contra tu voluntad. De cabeza en el precipicio de la duda te preguntas: ¿dónde está ahora lo que ayer fue certeza? Quizás mañana el cuarto se ilumine, quizás también tenga yo algo qué decir. El alcohol saca a flote muchas tonterías y verdades. El dolor cuando es muy intenso empieza a dejar de sentirse. Quemas tus diarios y borras tus recuerdos. Francamente querida, me importa un bledo. En el fondo ¿a quién pretendes engañar? La hoguera de las vanidades arde sin dar calor. Ya es tarde para creer en el amor. Está lista tu ropa blanca para la fiesta de lodo. Los dados vuelan y César habla de suerte, sé que podré olvidarte hasta que me sorprenda la muerte.

martes, 7 de septiembre de 2010

Réquiem

La apuesta puesta en la mesa de patas chuecas, y que se tambalea. Demasiado bluff porque las cartas son tan bajas que no hacen juego, sólo juegan con nosotros. Las mangas vacías y las costillas rotas. Las promesas disueltas como la gota de tinta en el mar, todo claro pero nada se entiende. El absurdo en su máxima expresión que no expresa realmente nada. Peleles peleando. Sobre el ring, tras el derechazo infernal, se sueñan sandeces sobre la lona mientras alguien cuenta hasta 10. El tiempo es relativo. No sabes si los dados estaban cargados, incluyendo los tuyos, pero pesaban como plomo contradiciendo siempre tus predicciones. Ni para qué enojarse, está del carajo aceptar que pierdes. Pocos saben ser buenos ganadores, pero casi nadie sabe perder. Vil ego. No mirar bien, la cortedad de vista es un obstáculo hacia el horizonte, mayor que una obra de arte, incluyendo las de mármol y las de carne y hueso. Sublimes caricias en la piel, bellas palabras que tocaron el alma, después la calma rota y todos los reclamos recargados en el pasado. El presente es un mal libro de historia. Todo lo bueno que viste y viviste fue falso, de eso te tratas, y te tratan, de convencer, segundo canto del gallo que no puedes creer. No te creas los relatos de Pedro y el Pollito, ni viene el lobo, ni se cae el cielo, porque uno no llega si lo esperan y el otro se cae sin aviso. Los signos de los tiempos siempre son confusos, pero el que tenga ojos que vea, aunque no hay más ciego que aquel que se niega a ver. (Si no pregúntale al olvidado ciego de Buñuel, ¡piedad!, !piedad!). Miss Q y el que gusta de leer Star Wars, ¿o fue el que gusta de los deportes que tanto dice ella detestar?, ¿fue el antiguo melenudo que leía y leía y se sabía algo (ese que murió en el camino al Gólgota para sacrificarse a medias por un sueño ajeno)? ¿Habrá sido el compañero escolar que tenía físico pero no mente? ¿O era ese que siempre estuvo presente en su ausencia, escudada en cobardía torcida? El par que sea, no importa la combinación de caja débil, quisieron verse jodidos jodiendo a otros, y si no es cierto ¿para qué hicieron lo posible para hacerlo creer? Caretas de mal teatro, o engaños flojos, pasados de listos, para distraer, que flojera descubrir una verdad tan obvia, pero al final todo fue un autoengaño. La Ofelia de la obra hacía buches de 7up, mientras siete enanos anunciaban el fin desfilando de forma amarilla. No se puede tener todo en la vida, aunque valga la pena intentarlo, sólo que ojalá quienes lo intentan lo hicieran sin abusar de otros. Una complicación es cuando uno abusa sin darse cuenta, pero siempre se termina sabiendo cuando abusan de uno. Sembradío de cadáveres y pistas falsas, en la peor manera del peor narcotraficante. Reguero de cadáveres engañados, como en final de tragedia Shakespereana. No entiendo qué se gana al verle la cara a quienes actúan de buena fe, ni qué se gana al actuar de buena fe con quienes se confiesan tan cabrones. El Marqués baila en la Bastilla sin tomar, y antes de que ésta sea tomada. Tú huyes como Bonnie con el Clyde en turno, lo sé porque yo viví la misma película. Un Réquiem suena en la lejanía, ni idea de por quién doblan las campanas estiradas, le preguntaría al honesto Ernesto, pero se fue, "adelantándose" como dicen los eufemistas racistas, tras descubrir lo que había del otro lado del agujero de una escopeta. No fui ni el mejor, ni lo peor, pero esas hirientes comparaciones... siempre están de más. A veces es mejor agarrar las maletas y largarse, pero cuando se hace eso, se debe hacer de verdad. Las puertas no deben dejarse entreabiertas cuando se toma una 'decisión final'. Pésima costumbre esa de terminar para volver a cada rato, las amenazas de despedida, entre más son, mayor el ridículo que inspiran. A cada vuelta, el infierno se cobra con creces la venganza al cielo cuando estoy contigo. No hay que volver si no tiene caso regresar, porque así sólo se logra ofender y terminar muy mal, y si la cosa ya está mal, se alcanza la totalidad de lo peor. El cadaver dista mucho de ser exquisito y carcomido está, tal como lo retrató el viejo Baudelaire. Réquiem y que Job se quede con su paciencia.

jueves, 26 de agosto de 2010

El aprendiz de poeta

Perdiéndose en palabras que hace mucho tenían sentido, y que hoy casi ningún diccionario muestra, estaba el falso aprendiz de poeta, quien entre sinrazones y absurdos pretendía abrirse camino en el mundo de las ideas plasmadas en papel. Dios, con la paciencia infinita que según dicen le caracteriza, sonreía ante los vanos esfuerzos de aquellos que se empeñan en tomar los caminos que no les corresponden. No hay teléfonos en el desierto, es cierto, pues allí no hay nadie esperando llamadas. Todos estamos muy cerca y sin embargo, casi completamente aislados. Sentada sobre su arrugada blusa, una rusa espera con desamor el tren de las dos, que no arribará sino hasta las diez. Ella pensará, durante toda su espera, en el Creador. El muro de los lamentables libros que nadie leía fue por fin derrumbado. Nadie sabía por qué tantos se esforzaban en escribir, cuando ya nadie leía. El antiguo malabarista de oportunidades era ahora un tragaespaldas y había otros muchos tantos parecidos a ti. Muchas palabras desconocidas y un infeliz aprendiz de poeta que jamás logró despegar de la Tierra los pies de su alma.

martes, 24 de agosto de 2010

La Madonna vieja

Rojo. Una madonna vieja en un auto nuevo. Yo en el otoño que se despide del puerto existencial sin fiesta ni jolgorio. Invierno a la vuelta de la esquina. Margaritas deshojadas y el piso no está cubierto de pétalos, más parecen cascarons rotos. El homelette (los huevos que rompió hamlet en lo que decidía ser) cobró víctimas. Cruces que parecieron buenas en su momento terminaron siendo inservibles. El que no vive para servir no sirve para vivir (quizás es el lema profesional de los meseros, pero ni ellos le hacen caso). La madonna vieja lleva prisa. No me burlo, ella puede pensar de mí que soy un Juan Bautista con la cabeza puesta sin sentido y sin batuta. A estas alturas no sé si es la indiferencia y la indolencia las que hacen que no duelan tanto las caídas. Sólo se tienen dos mejillas y dejár que te las abofeteen después de las siete veces setenta y siete ya es demasiado. La vida no debe ser un cuadrilátero de box. La madonna vieja rebasa mi auto y yo me despierto ante la desaparición de la luz roja que me impedía avanzar.

viernes, 20 de agosto de 2010

La soledad es la constante

Aullidos o sirenas, da lo mismo la cera que se consume o la electricidad que se gasta. Por lo general sucede de noche. Tinta y papel o dedos golpeando teclas que reflejan pensamientos en un monitor. Quizás medias puestas, no en el rostro, bandidos tratando de robarle la eternidad al tiempo mientras retan también al espacio. La soledad es la constante. No importa si pretenden inmortalizar su amor, evocarlo o sólo representarlo; quizás sean sus ideales. Un reto a la muerte, una burla al Diablo o tratar de escribir lo que Dios olvidó decir. Representar los recovecos de la mente, contar una historia dorada o lodosa, tratar de indicar a la gente el camino a seguir o buscar compañía en el camino a la perdición. La soledad es la constante. Pensando en quien no está, en lo que pudiera ser, en lo que sólo será en su mente o en lo que fue. Quizás espera al final la entrega de la persona amada, un reencuentro, el reconocimiento de las masas o de algunos cuantos, la admiración de los desconocidos o incluso el de los aún no nacidos. Quizás aspirar a la eternidad olvidando que todo, tarde o temprano, cae en el olvido. La soledad es la constante. Al final todo será igual que un mensaje dentro de una botella flotando a la deriva.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Contradicciones

Confundiendo el ardoroso rasguño de la pasión, con la profunda estocada que tiene el amor; el esclavizante hechizo que ejerce la luna con la perpetua pérdida de la razón. Me veo mezclando volátiles sentimientos inciertos con la sólida honestidad de un latido; la deliciosa suavidad de una caricia con la vaguedad mutante de tus suspiros. Mi mente no deja de evocarte, a ti te recuerdo en las canciones, siento que mi eje es lo que eres y haces, mujer de mil contradicciones. Ahora confundo la voz que nos impone la educación, con las sinceras palabras que dicta el cariño; inocente y pervertido me envuelvo en tu juego hasta descubrirme abandonado y perdido. No distingo ya la verdad de la mentira, y no sé lo que veo cuando mis ojos te admiran. Te afianzas con solidez a negar todas mis propuestas, mientras que me haces sentir que decidiste aceptarlas. No pareces tener ganas de abrir todas tus puertas, pero tampoco muestras deseos de cerrarlas. Según yo estoy despierto, aunque siento ignorar lo que sucede, es muy feo vivir sólo de confusas ilusiones, pero eso es lo que uno saca al querer a una persona con mil contradicciones.

domingo, 15 de agosto de 2010

Besos

Besos por dinero, besos por piedad, besos de mentiras y de libertad. Besos de amargura, besos de traición, besos de ternura y por tradición. Un beso puede valer 30 monedas y puede convertir las sombras en hombres. Hay besos que roban corduras y si te descuidas te roban hasta el alma. Un beso puede abrir la puerta a las esperanzas y al futuro brillante, o ser la caída del adiós, el primer paso al olvido. Principio y fin, con un delicioso intermedio. Hay besos bien dados que crean adicción, que no son cuadrados y hay besos al viento. Besos devotos, besos de consuelo, besos ansiosos y más clases de besos que estrellas en el cielo; y sé de algunos por los que daría lo que tengo. Hay más clases de besos que tipos de amores, pero en tu boca despiertan fervores. ¿Habrá en este mundo alguien que no distinga bien, lo que significan los besos en la sien? Todo beso sale de los labios por eso hay besos tontos como hay besos sabios. Besos de juguete, besos al postor, besos al mármol, besos sin amor.

jueves, 5 de agosto de 2010

Insensatez absoluta

Exigiéndole a Cordelia cantidades medibles de amor. Insensatez absoluta. La libertad no se puede encadenar, aunque todos tratamos de atarla (o matarla, dependiendo de la gravedad del ocaso). Hay un réquiem flotando en cada cosa viva, desde el día en que ésta nace, y un viento que esparcirá las cenizas de lo que fue, e incluso de lo que nunca llegó a ser del todo. Exigir garantías al fabricante de la existencia. Insensatez absoluta. Sólo una cosa es segura, y ya fue mencionada. Temida porque es cambio o porque es la cesasión de todo. Eterno descanso, que ojalá sea un sueño. ¿Pero si ésto que llamamos vida es en realidad un sueño? Arriba es abajo, y no hay lados, no es recomendable tomar partido, pero tampoco se puede ir siempre contra toda corriente. Tan bien que estaba yo creyendo todo el Eclesiastés. Pero mientras respiras, no hay nada definitivo, y sólo una cosa segura. Insensatez absoluta.

Encontrarse o irse

En los cambios de persona siempre hay engaños, en el fondo siempre serás lo mismo. Aunque la mona se vista, aunque la mona se desnude, el nudo del corazón, el cobre del alma, siguen allí. A veces puedes no estar, aunque aparentemente estés; otras veces puedes estar presente y permanecer, pero no serás nada mientras no te hayas encontrado a ti. Podrás flotar, pero la deriva deja de ser divertida después de cierto tiempo. Sólo queda regresar a algún lugar o despedirse como Sputnik en alguna órbita olvidada e ir a dar con tu chatarra en el vacío espacial, diseñado para los que no tienen nada de especiales. En el extravío perpetuo el libro de la muerte de los faraones termina siendo una entretenida ficción.

miércoles, 4 de agosto de 2010

De grillos y grilletes

El grillo estaba preso, sujeto por grilletes insolentes, su único pecado fue cantar, y éste no tenía espinas. Canciones inocentes que hablaban de amor verdadero y de libertad, de otras cosas que mañana aceptará sin problemas la moral. El grillo es un soñador, como tal nació antes de tiempo; cuando ellos mueren (y por lo general mueren asesinados) pasan los años hasta que alguien dice: “Estaba en lo cierto”, entonces les erigen monumentos. Sale el sol y vuelve a ocultarse, para después volver a salir de nuevo. En todo ese tiempo siempre hay grillos presos, sujetos por insolentes grilletes.

martes, 3 de agosto de 2010

Absurdo

Es curioso cómo una niña natural puede convertirse en un intento de cruel vampiresa (o digamos en adicta al juego del flirteo). ¿Cómo es que un soñador se transforma en un insomne desilusionado y cómo es que un amargado puede convertirse en un tipo que vive cada día como si fuese el último de su tía? Son misterios cuya respuesta está muy lejana a mi poco entendimiento, y por ello seguirán siendo tan incomprensibles para mí como la música digitalizada o las ondas de televisión. Por eso no debe sorprenderte que me enamore de la persona equivocada o si soy el ideal equivocado de una enamorada. ¿La primera me querría si yo no le hiciera caso? ¿La segunda me dejaría de querer en el momento en que yo la quisiera? No lo sé, el caso es que la situación no es así. Y aquí estoy, tratando de plasmar confusiones en un papel. Alguien piensa que soy el padre de la teoría de la negatividad, pero hay más negativos que yo en este mundo. Yo sólo apunto al absurdo, no me quejo, ya no tengo ánimos para ello, pero tampoco tengo la indiferencia suficiente para cruzarme de brazos y no sentir ni mirar nada. Ahora sólo existo cartesianamente en base a mis dudas. Sólo observo mientras voy perdiendo mi capacidad de narrar. Yo es otro, y ya no encuentro al que fui. ¿Soy un desenfocado reflejo de mi ayer? No sé por qué sigo diciendo cosas igual y sin sentido, o quizá más coherentes que antes. A lo mejor (o a lo peor) mi sueño ya tiene horarios y soy como la mayoría. Igual y ya me perdí y no existe el semejante que me cure. Si alguna vez brillé, me eclipsó una luz mucho mayor, o de plano me tragó la oscuridad. No lo sé. Estoy como para tocar el Blues de la vaca enfaldada, pero nunca dominé la guitarra. Después de todo esto ¿en dónde quedé yo?

jueves, 29 de julio de 2010

Sobriedad

Noches de alturas, hasta creer llegar cerca de la estrella más alejada y brillante, viva en apariencia. Decencia sometida, sepultada el armario cavernario. Bestialidad con tintes de cultura. El espíritu del vino lejos de ser como los cerdos bíblicos que vuelan por un precipicio, se convierte en el emperador de lo que solía dominar la razón. El rey feo sin carnaval. Amanecer, en el fondo del Gran Cañón, disparado a la realidad con sentimientos de culpa y persecución. Tinieblas a pesar del sol. Más de uno puede ser un espía o un vigilante, varios son inquisidores y jueces que condenan con severidad. La conciencia sale del armario para atestiguar los estropicios. Las acciones recientes, inconscientes y algunas olvidadas, bloqueadas; pero en el fondo están allí reclamado o burlando, apoyando a los jueces mencionados, que no faltan y nos hacen recordar lo que ahora quisiéramos no haber hecho. Maldecimos la falsa puerta de salida y la dolorosa caída. Ese truco ya no es efectivo para darle el esquinazo a la rutina, al peso de los días, al sinsentido obligado. Sueños de fuga que en realidad son pesadillas. Temor a la noche, terror al día. Los amigos se van yendo, poco a poco, o uno se aparta de ellos; el tiempo sólo sirve para alejarse de los demás y acercarnos al final. No hay muchas opciones al parecer: el autoengaño, las flores del mal o pisar el acelerador; sólo dos si ya comiste del fruto prohibido del jardín de Dios. Ninguna conviene realmente. Hasta la siguiente mentira, de boleto ficticio y velo ante los ojos, de locura artificial, de engaño al carcelero de la moral, pero siempre las facturas se pagan a la mañana siguiente.

martes, 27 de julio de 2010

Todo se va

Hay trucos de magia. Siempre. Gente que aparece mientras otra se desvanece con el paso de las horas, de los días, de las tristezas y de las alegrías. Puede que sea cierto que las personas somos como barcos que se encuentran en el mar, a veces en algún puerto, conviviendo por un lapso, más o menos largo; otras encontrándose en mar abierto; naves que se saludan un instante y siguen su camino. Al final todo se va, todos nos vamos; unas veces con posibilidades de reencuentro y otra, la definitiva, para perdernos mutuamente por el resto de lo que llamamos tiempo. Los lazos de sangre son accidentales. Los lazos afectivos son selectivos. Nada dura para siempre y al final, se encuentra la separación. Quisiera que hubiera una excepción a esta regla, una sola y sólamente una vez. Sin embargo... me embarga la pena. Hay trucos de magia que no divierten y que uno quisiera negar, pero allí están. Al final siempre llega el desvaneciemiento y luego el olvido. Carpe diem para dar carpetazo definitivo y aceptar que la vida es así.

domingo, 4 de julio de 2010

Como...

Como la estatua de un perro esperando el llamado de su amo, vivía el caballero que buscaba a la princesa encantada de sus sueños. Como la flor que se marchita a la orilla de un lago, estaba la damisela prefabricada esperando a su caballero armado. Como ratón extraviado, calculando los recovecos del laberinto, estaba la mujer razonable tratando de descifrar su destino. Y yo con una parte de cada uno de ellos, dejé de querer estar contigo.
Como el prófugo con alas que no resistió la atracción del sol, vivía el aventurero sin aventuras tratando de atrapar la sombra de su ilusión. Como el matemático desesperado cansado del tiempo transcurrido antes del resultado, pasaba los días el amante calculador tratando de revivir su pasado. Como el cordero dependiente de su imponente pastor en el campo, estaba la niña crecida fingiendo liberarse de una gran figura. Y yo dejé de creer que junto a ti llegaría a mi sepultura.
Como el malabarista concentrado en su acto a la mitad de una tormenta, continuaba su vida de casada la señorita perpetua. Como el vecino envidioso que desea todo lo que no tiene, vivía el que decía que estar a dieta no impide dejar de ver. Como el blanco que se asolea a diario para cambiar su calor, estaba la chica moderna de piernas abiertas tratando de hallar el amor. Y yo, a pesar de lo que por ti aún siento, viajo en el tren en el que hubiera querido viajar contigo.

lunes, 28 de junio de 2010

Ya no me va

Ya no me va. Ser el recuerdo de carne y hueso que necesitas cada que estás sola en compañía. No, ya no me va ser el perro sin correa que acude siempre a tus llamados, ni el niñero que cuida tu cordura en una cuna cuando sales a correr o a ser perseguida. Hoy dejaré de ser el esclavo del deseo insatisfecho; el títere de la belleza cruel y del desprecio. Declaro mi independencia y el no va más. Ya no me va. Estar en las noches solo mientras compartes otra cama. Ser tu ilusión mientras vives otras realidades. Ya no quiero alimentarme con las sobras de tu tiempo. Lo siento, ya no me va nada de esto. Ya no me va. Ser fiel a lo irrealizable, la construcción de quimeras en nubes de imposible, mientras dejo pasar tranvías que pudieran acercarme a la felicidad. Ya no me va. Montar de nuevo escenitas de celos, ni morirme de hambre ante las puertas del Cielo. Ser el blanco predilecto de tu negro odio por la humanidad. En serio, ya no me va. Ser el cazador de lobos en el condado de tu cadera, ni el mosquetero negado de tu entrepierna. No me va ser el que espera desquiciado en el quicio de tu puerta, inexorablemente atraído por tu belleza. Me hubiese gustado que las cosas tuvieran otro rumbo. Quizá mi error fue compartirte el timón. Ahora saltaré del navío antes del naufragio, contigo ya habido suficiente daño. Por eso me despido diciendo: “no va más”.

miércoles, 23 de junio de 2010

No eres tú, fuimos los dos

Empezar a hablar acerca de sucesos recientes suele inhabilitar el freno de las palabras, entonces -como en las peleas- se dice más de lo que se quiere decir y se tiende a cometer errores quedando un mal sabor y la necesidad de pedir disculpas. La historia es una ciencia exacta, o lo sería si no fuera casi siempre la versión de los vencedores. Cuando las relaciones humanas se contagian del virus de la guerra se llega más rápido a la meta del carajo. Siempre pensé que dos personas que se llevaron bien o que incluso se quisieron, no deberían terminar odiándose; sin embargo ese final es tan común como el mal gusto y la idiotez. Siempre es triste sentir que se termina algo que se pensó tuvo tintes buenos, es más triste cuando parece que todo fue un espejismo, un abuso, mentira y mascarada (o al menos eso se dice en la discusión final... ¿guardar figura?). Guardar figura por parte de ambos bandos, cuando en realidad no había nada que guardar, las cartas estaban sobre la mesa, las manos buenas y aún así las mangas atiborradas de cartas. Se pierden los valores que nos deslumbraban en un principio, y en los últimos días esas características se convierten, como por arte de oscura magia, en defectos insoportables. Rencores, recriminaciones y las faltas magnificadas (incluso las magníficamente grandes). Del amor al odio hay un paso, si es que ambos sentimientos no guardan muchas veces algo del otro, y a veces cuando no son tan fuertes, la línea que los divide es tan tenue que se puede cruzar en cualquier momento. Y si en la furia se habla mucho de más, lo mejor sería callar en la primera fase del enojo y volver a abrir la boca hasta pasada la tormenta, si es que fuera necesario. ¡Pero nah!, somos humanos, y eso dizque nos hace mejores que las bestias. Hablamos de más, insultamos en exceso, nos dolemos y lastimamos, tan fácilmente como respiramos. Bla, bla, bla... para muestra este botón.

lunes, 14 de junio de 2010

El profeta de las piedras

Caminaba yo sin rumbo, por un desierto, cuando me topé con el profeta de las piedras en plena acción divulgadora. Decidí actuar como sus oyentes, y en quietud, sacando de mi mochila el profundo silencio, lo escuché. “En muchas ocasiones (la mayoría de las veces) los oprimidos sólo se comportan bien con quien los oprime, pues cuando llegan a encontrar a alguien que los compadece sinceramente, suelen aprovechar la oportunidad y deciden patearlo sólo para saber qué se siente ser poderosos”. Ante tan brutal declaración pensé que iba a suceder algo, pero nada, todos los oyentes continuamos oyendo con atención. “Nunca seas la persona más correcta con tu pareja, pues las personas suelen buscar alguien que las maltrate y les cueste trabajo, revisen sus pasados y díganme si no es verdad. Aquel autor que busca inspiración en sus obras pasadas, se puede dar ya por muerto”. En ese momento descubrí que el profeta no sólo estaba amargado, sino que también plagiaba a Raymond Chandler. Entonces, aunque aceptaba que en algo tenía razón el profeta de las piedras, decidí no ser otro mineral y me fui de allí. Alguien me dijo que el profeta aún sigue predicando en algunos desiertos.

miércoles, 9 de junio de 2010

Trinidades en partes iguales

Confucio NO inventó la confusión, sólo le puso nombre. No esperes gran cosa de la aspirante a reina de belleza, más vacía que una aspiradora eficiente, aunque igual nos engaña, y su mente funciona a partir de las nueve. No esperes gran cosa del rey feo en el carnaval, que vale lo que la popularidad reintante le permite. Para el miércoles vuelve a ser el campanero despreciado sólo atractivo para quien tiene zoofila sifilítica. Profilaxis epiléptica sicalíptica. Aprender a vivir con uno mismo no es asunto sencillo, y se complica cuando se intenta convivir con todas aquellas personas que están fuera de la frontera de la propia piel. No hay caseta, ni puesto froterizo, sólo cada quién por su cada cual. No es multiplicación, más que de obstáculos y problemas, pero a veces... A veces marean los malabares del “como creo que soy”, “cómo me perciben” y “lo que en realidad soy”. La verdad está formada de un poco de las tres. No soy un oso, ni un delfín ni un atún apestoso, en las orillas petroleras de un Golfo chamuscado. Quemar puentes y naves sólo es efectivo cuando de verdad sabes que ya no vas por ciertos rumbos. Pero te hace construir balsas endebles si la seguridad era sólo un espejismo, terminas dando tumbos en el fondo sin fondos. Ojalá no me hubiera deslumbrado en vano tantas veces, ni otras tantas de manera innecesaria, disparar adioses. El oro no es pirita, y no todo lo dorado se debe adorar. No aspiro a la santidad, ni ningún polvo; pero tampoco quisiera hacer mal a nadie. Antes del mal, mejor la indiferencia o la invisibilidad. No quiero matar cabras con la mirada, ni espero que ningún cabrón me mate (aunque ganas no le faltan a dos o tres... si supieran que ni caso tiene). Tampoco es recomendable analizar hasta el cansancio cada paso que se va a dar, ni dudar a cada rato. Descartes a veces descartaba su corazón, y en la manga no tenía a la reina roja del palo mayor. Trato de romper el guión preescrito de mi vida, para proscribirlo, y reescribirlo día a día. T.S. lo dijo creo que en una P.S., el ayer ya no es, el mañana aún no llega, sólo tenemos el hoy. Tenemos la experiencia y los sueños, que igual deberíamos mezclar con la realidad. Soy parte mi padre, soy parte mi madre y parte yo. Todo está dicho. Adiós.

miércoles, 2 de junio de 2010

Hasta la vista, ¡baby!

De la pasividad que finge interés, a la indolencia completa, no hay mucha distancia. Uno se engaña tratando de convencerse de que los demás sí importan, pero en el fondo sabemos que son sólo palabras, que no pensamos en los más que en función de nosotros mismos, o por temor a que el mal que a otros aqueja, nos suceda también. Todo se me hizo más claro cuando, durante una misa, cuando pasaron a recolectar las limosnas, me llevé la mano a mi bolsillo para sacar dinero y me di cuenta que todo eso carecía de sentido. De repente fue absurdo estar en ese templo, siendo parte de una ceremonia que comprendía, pero que sentía totalmente vacía. Por ello me levanté de la banca y salí de allí, sin esperar a que culminara el ritual. Más de un piadoso católico, y más de una ferviente anciana me lanzaron miradas fulgurantes que me condenaban al rincón más apestoso del infierno por mi deleznable abandono. Yo sonreí pensando que igual y así se sintió Luzbel cuando lo desterraron, pensando: “Éste es sólo un asunto entre Dios y yo”. Salí del templo y miré al cielo, todo era de un tono triste y plomizo, respirándose una brisa que presagiaba tormenta. Miré hacia atrás y no me convertí en estatua de sal. Lo único que percibí fueron algunas miradas de los fieles, algunos ojos seguían lanzando mudos deseos condenatorios contra mí, y otros con cierto tinte de envidia por mi salida. En ese momento no sólo sonreí, sino que emití una sonora carcajada que me fue imposible reprimir. Del cielo surgió un rayo tan repentino como el amor verdadero. El estúpido fenómeno meteorológico no encontró mejor lugar dónde posarse que en mi persona. Fui víctima de toda su natural descarga. Sé que éstas son las últimas reflexiones que haré en mi vida, aquí mientras adolorido me carbonizo en el atrio. Me largo de este mundo, lleno de rabia, pues esta bola de beatos van a pensar que este accidente fue un castigo divino. ¡Pobres idiotas!

viernes, 28 de mayo de 2010

Vanidad

La ligereza es vanidad, también lo es la popularidad. El querer ser aplaudido o seguido es simplemente necedad. El conocimiento es vanidad también, como lo es vivir por el puro placer. Es un placer conocerte entonces ¿eso no está bien? La compañía perpetua es vanidad, también lo es la soledad ficticia. El amor es la necesidad que da sentido a la vida. Vanidad es querer plasmar emociones en palabras y querer trascender por ello, en ocasiones es suficiente decir “gracias”. Vanidad es sentirse mejor que los otros y el egoísmo es el pecado que nos transforma en demonios. La ignorancia es un mal y querer tenerlo todo es vanidad. Una ventana rota en tu alma, eso es fragilidad. Un bigote tieso de gel es vanidad, un club de golf no es urbanidad. Mis botas son el ejemplo perfecto de la utilidad. Cuatro paredes pueden ser libertad, pero no lo es protestar sin sentido. La caridad es tan necesaria como lo es un verdadero amigo. Buscar respuestas a preguntas complicadas es vanidad, no preguntarse nada es ser como una piedra. CNN, BBC, ABC, NBC, CBS, FOX, ESPN, MTV, TELEVISA, TVE, BBC y TVAZTECA, incluyendo sus programas de ayuda humanitaria, no son más que mierda.

domingo, 16 de mayo de 2010

Historia de (des)amor

La morena se puso su mejor conjunto. Negro y blanco combinados con aceptable equilibrio. La ropa le favorecía ocultando los resultados de su holgazanería y desidia, tan patentes en su anatomía. Con maquillaje no sólo ocultó las ‘pequeñas imperfecciones’ de su rostro, sino que también le imprimió a su cara una efímera belleza artificial. La morena, con su falsa belleza y su bien disimulado sobrepeso fue y se sentó frente a una mesa. Sonreía como si tuviera motivos reales para hacerlo, se sentía la presa perfecta que sale de cacería. La morena, en blanco y negro sonreía, disparando coquetas miradas con la intención de disipar de inmediato su agobiante soledad. La morena fue descubierta por un blanco vestido de gris, que estaba a sólo dos mesas de distancia. El blanco no era apuesto ni tenía personalidad. Su interior prometía ser más gris que su saco o su pantalón. Él se había peinado y perfumado, vistiéndose lo mejor que le era posible. Incluso sus zapatos brillaban como la más linda estrella del cielo. El tipo blanco, gris como el tedio y el hastío, había salido con la intención de mandar lejos a su asfixiante soledad, que no podía evadir ni con las férreas rutinas ni con las interminables horas de televisión. Se miraron, se resignaron, eran lo mejor que podían tener esa noche. Se aceptaron. Los ojos se encontraron, se imantaron. Sonrisas simpáticas y el inminente acercamiento. Platicaron idioteces que ambos fingieron interesantes. Salieron del lugar después de beber un poco de vino y de bailar unas cuantas piezas. Se abrazaron y se besaron con desesperación. Hicieron el amor como dos condenados al destierro en una isla desierta. Sin precaución alguna. Después de la desesperada pasión, en el momento en que la razón es recuperada, ambos sintieron ganas de vomitar, pero ninguno dijo nada. Sonrieron y se mintieron tantas veces que fue un abuso escandaloso. La soledad pareció alejarse de sus vidas. Resignados a aceptarlo se casaron. Tuvieron hijos y contaron su historia como si se tratara de un cuento de hadas. Su versión jamás tuvo ni una pizca de coincidencia con la realidad. Es verdad, en el fondo jamás se agradaron. Optaron por vivir solos juntos, con tal de no enfrentarse de nuevo a la soledad natural. El asco mutuo no desapareció, por el contrario, se hizo más grande. Pero siempre estuvieron juntos, fingiendo que todo era maravilloso. Juntos hasta que la muerte los separó y ella lo miró bien muerto, en un ataúd tan gris como había sido su vida y el traje con el que lo vio por primera vez. Tres meses después ella también murió, todos dicen que de tristeza, pero que cada quién piense lo que quiera. Te aseguro que es totalmente cierta esta historia dizque de amor.

jueves, 13 de mayo de 2010

¿Por qué?

Quisiera saber por qué se nos obliga a asesinar a nuestro niño interno en nombre de la madurez y la productividad. Quisiera que alguien me dijera por qué la tecnología avanza tan rápido mientras seguimos siendo las mismas bestias de siempre, sin importar que a lo largo de la historia se hayan expuesto muchas buenas ideas. Explíqueme alguien por favor por qué hay amores que fueron brillantes como soles y que terminan siendo tan oscuros como la maldad. Díganme por qué la gente exige verdades, diciendo mentiras, y se ofenden cuando las encuentran. Por qué la sabiduría está tan anudada con el dolor. Por qué nos dicen que Dios es amor y a golpes nos intentan convencer de ello. Dime por qué mucha gente termina enganchada a lo que le hace daño. Por qué es tan difícil rechazar el papel en la gran farsa. Tengo más preguntas, pero éstas son personales y mejor se las hago a la gente involucrada.

domingo, 9 de mayo de 2010

Autoayuda

Actitud de servicio y una sonrisa permanente sin importar que por dentro te esté llevando el carajo. Eso es lo que, según tus libros de superación, te convertirá en un triunfador. Yo digo que hagas lo que te dicta tu consciencia y seas feliz cada que puedas. Igual esos libros mienten, tanto como miento yo.

jueves, 6 de mayo de 2010

sueño 76

Jugaba con el carrito verde de mi infancia, el cual creí perdido por cerca de 25 años. Estaba en la casa de alguien que murió hace más de 10, casa que se vendió a un desconocido hace 12. Cuando me cansé de jugar pensé en ti y me asomé al balcón. Sin importar que era de noche y que desde el balcón solía observarse un gran patio con piso de loseta, yo vi un día soleado y en vez de patio un gran laberinto de arbustos. Tú que hasta entonces no estabas conmigo, apareciste. Te sabía embarazada, pero no por mí, y hasta donde te vi por última vez, estabas pensando en abortar. Allí estabas, junto a mí, llena de cicatrices y puntadas de una operación reciente, diciéndome nada importante y mucho menos reconfortante. Me dijiste que vivías cerca de allí, cerca de una avenida llamada Marina nacional, muy cerca del centro. Pero a la vez yo sabía que allí vivía quien murió hace más de 10 años y no tú, pero yo no sabía en dónde habitabas. También supe entonces que no importaba todo lo que yo pudiese recordar. Era el ‘aquí y ahora’. Tú me besaste y de repente estábamos en la calle. Yo subí a mi auto y tú subiste al tuyo, me dijiste que me seguirías. Encendí el motor y me puse en marcha. Yo te miraba por el espejo retrovisor, me seguías. Cuando llegamos a Marina nacional, en medio de la avenida había un gran prado, que en la realidad está al lado de la torre Eiffel, y en el centro del mismo se encontraba una gran catedral gótica en ruinas. Muchos jóvenes y niños jugaban alrededor de la catedral, incitados a ello por la soleada noche. Muchos colores, alegría y bullicio, parecía domingo. Me distraje un poco al poner mi atención en sus juegos. De repente, cuando miré de nuevo al espejo para buscaste alcancé a ver que muy de prisa dabas vuelta con tu auto en una calle. Habías aprovechado mi distracción para ir a tu casa sin que yo me diera cuenta. Me detuve, pensé en echarme en reversa y seguirte, pero me invadió una gran tristeza, decidí seguir hacia delante sin mirar atrás. La tristeza me dolió mucho, pues sabía que jamás te volvería a ver, y entonces desperté.

viernes, 30 de abril de 2010

No nací para este mundo

No nací para este mundo. No es que mi reino no sea de este mundo, no tengo corona ni de calvicie. No quiero ser rey para tener maquiavelos y catadores de alimentos, para cuidar mis espaldas y temer damoclianas espadas por el reino que alguien me quiera cambiar por un caballo. No, simplemente no nací para este mundo. No entiendo el absurdo revestido de garrientas tiras descoloridas de lógica y filosofía sin filo. No entiendo el hecho de que se exija que el amor para ser verdadero tiene que doler. ¡Joder!, como dijo el Mandril de Madrid.No entiendo que tenga Dios que dar unas tablas con nueve preceptos de sentido común, que tenga que haber leyes y legisladores para meter orden a seres que se presumen racionales, ah, pero además los legisladores terminan siendo corruptos. ¡Vaya eructo!, como dijo el borrego borracho en una barra de Bariloche. No entiendo por que la gente se presume respetuosa y trata de salirse siempre con la suya, jugando con cartas marcadas y llevando todo un de póker en las mangas.No entiendo que en la tierra donde se exalta la honestidad al ser honesto lo crucifican o lo destierran. No nací para este mundo y no sé qué tan urgente me sea buscar una salida, de menos quiero tres frascos de indolencia, y sumergirme en un buen libro o en una canción. Y mi lista se prolongaría no sé si al infiniyo, y más allá, por eso le meto un forzado final.

sábado, 24 de abril de 2010

Fase

Es tan solo otro arranque de palabras, salido de mi ronco pecho y corazón maltrecho. Un arranque arrancado del alma, sin calma, perocon una estructura fractura más o menos correcta, no recta, aunque carente de ideas. En la aparente indolencia, sin dolo, confieso que muchas cosas aún me duelen e importan, nacionales y extranjeras. Me sigo preguntando ¿qué es lo que era tan especial? Muchos libros, películas y conversaciones interesantes. Mucha religión en el camino, que ahora me importa un comino. Honestamente no sé por qué tantos recovecos, para al final no encontrar ni un sentido, más que el sentido pésame. Aún admiro la belleza, pero eso no me llena, ni yo a ella; la verdad nada parece ir más lleno que las ballenas; al menos sólo nominalmente, normalmente. Ojalá no se dé el caso después del final tener que empezar otra vez, de nuevo y como nuevo. Ahora lo que más me asusta es la inminente vejez. Aunque haya encontrado quienes coinciden conmigo, en el fondo siento, al 100%, que nadie piensa como yo, me alegra que no haya aquí dos que piensen de manera idéntica. Pocas cosas me calientan, como me calienta el sol. Para qué retomar la pluma cuando no se tiene realmente nada que decir, cuando no se puede volar y cuando lo único que puedo expresar es tedio y un sentimiento infeliz. No me quejo, aunque los conformes digan lo contrario. Espero no sonarle desagradecido al destino, no quisiera hacerle agravios y por ende ponerme en una situación grave. Puede que se trate de una fase pasajera, aunque ya lleva mucho tiempo anidada en mi persona. ¡Quién pudiera encontrar el no-ser en el mar de la calma!

viernes, 16 de abril de 2010

Fe

La fe mueve montañas, encumbra religiones y hace que puedas creer mentiras. Bien tragadas y sin ensalada, quizás ensalzadas por las multitudfes a los pies de algo o de alguien. La fe altera tu memoria y borra infiernos donde casi nunca hubo paraisos, parnasos ni pambazos. Es vitamina de la memoria selectiva, sepulturera de los malos recuerdos. La fe es una necesidad. Sin fe más de la mitad del mundo se pegaría, de manera individual, un tiro en la sien (derecha o izquierda, aquí no hay distinción, aunque se requiere de fe para creer en la política), mientras la otra mitad del mundo sólo se quedría lánguidamente en sus casas... dejándose morir; decidiosamente esperando el fin. La fe te transforma para bien o para mal, aunque por lo general es lo segundo, y a veces tarda en hacerlo menos de una hora. Ella permitió que estuviéramos cerca y ahora es la que nos mantiene lejos. La fe sólo requiere de un corazón dispuesto, o venido a menos, el templo es un lujo de más. Hay veces que la fe no es más que un monosílabo sin tilde, y que me tilden de lo que sea, total, es más fácil estal tildado que de pie, sin importar la fe.

miércoles, 14 de abril de 2010

Maleva de San Telmo

Por algún motivo tuve miedo de peguntarle, incluso tuve temor de acercarme. El pánico venció a mi curiosidad, que suele consumirme como el fuego. Ni siquiera puedo inventarle una historia a la Maleva de San Telmo. Con esas negras medias de red en sus blancas piernas. Esa falda tan corta como la mayoría de las ideas. Ese escote generoso y digno de cualquier primavera. Lo grotesco es el aura que envuelve a Maleva. Un maquillaje excesivo, de puta que asusta niños. En una de sus manos la vieja cabeza de una muñeca desgreñada. Más de siete décadas sobre esos hombros de tanguera olvidada. Los años no pasan… se quedan en Maleva. Un bandoneón triste suena en la Defensa. Y yo por temor no me atrevo a verla de cerca. Sacrifico una buena historia, pues ella me intimida. Lo que ahora lees es todo lo que decir puedo de Maleva. En estas letras miras la única foto que pude tomarle. Me hizo sentir muy mal en este mundo enfermo. Una tristeza diferente a la inspirada por las madres de plaza de mayo. Esta es la melancolía que me inspiró la vieja Maleva de San Telmo.

miércoles, 7 de abril de 2010

Rezar

Dios sálvanos de querer ser perfectos en lo que tanto repudiamos, sálvanos de conocer alguien demasiado parecido a nosotros mismos, de querer lo absolutamente imposible y de despreciar todo lo que puede ser. Sálvanos del destructor instinto de hacer naufragar todo lo que tocamos, de empecinarnos en perpetuar la contradicción entre palabras y hechos, sálvanos de la enajenación que tanto nos encanta y de querer cantar todos igual la misma tonada. Sálvanos de los recaudadores de impuestos y de gobiernos insensatos, al menos evítanos la pena de decir que pensamos cuando somos menos que bichos funcionales. Sálvanos de la tentación de iniciar otra guerra con cualquiera, o en general evítanos más guerras; sálvanos de no entender la lección y de tropezarnos siete veces veinte con la misma piedra. Evítanos tener que molestarte tanto con peticiones que no tienen caso, de caer en emergencias que podemos evitar y de hacer plegarias en vez de dar gracias cada que nos ponemos a rezar.

lunes, 5 de abril de 2010

sin ti

En la fría columna donde dicen que descansan Madero y Villa, te esperé con revolucionaria templanza. Con federal rebeldía y con estoica desesperación. Allí donde la piedra representa una idea quijotesca, que como yo, está en medio de una causa desde hace mucho perdida, pero en el fondo deseando que esa llama que parece apagada se encienda. Que fuera un fuego perpetuo como las mentiras de Pinocho, que al final, sin necesidad de cirujano, terminaron siendo verdades; perpetua como las emociones adolescentes ante la belleza que aparece impresa en páginas centrales; perpetua como el cariño que siento por ti desde que te vi, esperando escuchar de tus labios esa breve palabra de dos letras que termina en í. Qué me importa conocer los últimos rincones de este mundo, cuando esos viajes no los hago con tu compañía. De qué me sirve el reconocimiento de los demás, cuando tú ni te enteras y nuestras vidas son paralelas intocables. Aunque las probabilidades estén en mi contra en este juego de dados cargados, aunque siga respirando en este mundo que tanto necesita de soldados, sigue siendo fuerte en mí esa esperanza, aunque cargada de melancolía, que desea que esa llama que parece apagada se encienda. Que fuera perpetua como el agua salada del mar y de las penas, como la existencia de los castigos y las condenas. Perpetua como la vanidad, la ambición y la pobreza; perpetua como parecen serlo las cosas que uno detesta.

jueves, 1 de abril de 2010

Lluvia

Desde su infancia siempre creyó que los días lluviosos eran tristes, pero las cosas y las personas cambian, dicen que lo único constante es el cambio y sin embargo no hay nada nuevo bajo el sol. Él la conoció y de inmediato se enamoró de ella. A partir de ese día comenzaron los tormentosos días de la incertidumbre y la necesidad imperiosa de estar a su lado. Con mucha paciencia y pericia fue haciéndose un lugar privilegiado en el corazón de su amada, quien a pesar de todo dudaba. El invierno se convirtió en primavera y por fin comenzaron a salir juntos en el verano. Para él, cada momento con ella era un tesoro y el tiempo volaba sin detenerse siquiera a leer los letreros de duda que aún ella veía. Ella no dudaba de él, sino de sí misma. Curiosos los seres que buscan afanosamente el amor y cuando lo encuentran sienten no merecerlo. Ella pidió tiempo para pensar sus sentimientos, y él para ser cortés decidió viajar solo. Compró su boleto de avión y se dispuso a partir. Es curioso que los últimos días junto a ella fueran lluviosos, pero ahora la lluvia ya no le desagradaba en absoluto. Mientras caía la lluvia él recordaba su suave piel de serpiente, su bello rostro redondo con almendrados ojos y todas las palabras que ella le dijo con su dulce voz. Para él ella era como la lluvia, o por lo menos la lluvia le hacía recordar sus momentos junto a ella. El día de la partida ella no iría a despedirlo al aeropuerto, sin embargo él no dejaba de mirar atrás, buscando un milagro. Ese día caía una tormenta, quizá por eso la extrañaba más. Abordó el avión y se acomodó en el incómodo asiento. Comenzó a leer una de las revistas para matar el tedio y trató de interesarse, pero no podía dejar de pensar en ella. Al voltear la página escuchó su voz diciéndole: “¿puedo sentarme aquí?”Su corazón saltó de gozo cuando tras levantar su mirada la miró sonriendo con la calidez del sol. Fue la sorpresa más grata de su vida. La tormenta arreciaba, y a pesar de eso el avión despegó. Atrás iban quedando las luces del aeropuerto, luego las de la gran ciudad. Ellos se contemplaban enamorados mientras con ternura se tomaban de las manos. No sintieron el impacto de otro avión chocando contra el suyo. Gritos de desesperación por todos lados mientras iban perdiendo altura vertiginosamente y se acercaban a las luces de un poblado. Muchas personas murieron en el accidente, pero ellos dos conocieron el paraíso aun antes de llegar a él.

martes, 30 de marzo de 2010

Leonardo

Cuando era niño, yo tenía como todos esa maldad innata y aparentemente inocente que produce actos de increíble maldad. En mi grupo de primaria, mis seis amigos y yo nos sentíamos normales y creíamos que nuestra forma de comportamiento era la correcta. Pobre de aquél que no cuadrara en nuestro universo, porque se lo hacíamos pagar muy caro. Por eso tuvimos que tomar cartas en el asunto cuando llegó un niño nuevo al salón. Se llamaba Leonardo y era muy estudioso, además tenía unas maneras muy delicadas de comportarse. No estoy diciendo que fuera homosexual, no lo sé, era muy temprano para saberlo, pero para mi grupo de amigos él parecía raro y eso era algo intolerable. Para colmo de los males de Leonardo, él tenía comportamientos demasiado extravagantes y solía hablar de cosas que los demás desconocíamos (generalmente de tramas y personajes de novelas clásicas), también le gustaba mucho imitar animales que veía en documentales por televisión. ¡El tipo jamás veía caricaturas! Un día mis amigos y yo planeamos darle una buena lección a Leonardo. Era un día soleado, niños y niñas corríamos por el gran patio de la escuela en la hora del recreo. Algunos comían las cosas que con cariño, o por obligación, les habían preparado sus madres. Otros jugaban con pelotas y otros se perseguían y sorprendían con el único fin de espantarse y gritar sin sentido. Leonardo entonces se estaba paseando por el patio moviendo los brazos como si fueran alas, emitiendo agudos chillidos. “Soy un pterodáctilo”, gritaba mientras continuaba su vuelo. Uno de mis compañeros, simulando curiosidad, detuvo a Leonardo en el centro del gran patio. “¿Qué es un pterodáctilo?”, le preguntó a Leonardo, y a éste se le iluminó el rostro con alegría. Imagino que creyó que por fin podría empezar a compartir sus intereses con alguien. Entonces con dulce voz aleccionadora y la prestancia de un gran conocedor respondió: “Los pterodáctilos eran dinosaurios voladores de alas membranosas…” En ese momento, los otros cinco de mi grupo de amigos, incluyéndome por supuesto, nos acercamos a Leonardo por la espalda y lo tomamos de sorpresa. Agarrándolo con fuerza de los brazos y de las piernas para impedirle defenderse, esperamos a que el que había hecho la pregunta desabrochara los pantalones del pterodáctilo que empezaba a sollozar. Una vez que le quitamos los pantalones, comenzamos a jalarle hacia arriba el resorte de sus calzoncillos, con toda la fuerza de la que éramos capaces a tan tierna edad. Leonardo gritaba, no podía hacer más. Su marca de calzoncillos era muy buena, pues costó mucho trabajo rompérselos. Una vez que el extraño niño quedó vestido como Porky o como el Pato Donald a la mitad del gran patio, nosotros nos alejamos corriendo para que todos los demás contemplaran la vergüenza de Leonardo en todo su esplendor. Aún recuerdo cómo las carcajadas de todos los niños ahogaron el llanto de Leonardo. Las risas acabaron cuando todos fuimos llamados a la acostumbrada clase de religión post recreo. A nadie sorprendió que el niño raro dejara de ir a la escuela el día siguiente. Algunos, los que se habían quedado hasta tarde porque sus mamás siempre se retrasaban demasiado para recogerlos, dijeron que el mismo día de la vergüenza pública de Leonardo, la madre de éste había ido, muy indignada, a la escuela para sacar de allí a su hijo, quien fue alumno de tan religiosa escuela por sólo una semana. Ignoro qué fue de Leonardo. Me gustaría decir, para tener un final feliz, que llegó a ser un gran poeta o una estrella de rock que supo explotar al máximo sus traumas. Quizá haya crecido con crisis de identidad y durante su adolescencia vio una película de James Dean que cambió su vida, y actualmente es posible que vista de chamarra de cuero negro y use el cabello encopetado. Aunque lo más probable es que Leonardo sea el fundador y presidente de una importante empresa trasnacional de software, mientras yo me la paso de trabajo en trabajo, preocupado por el dinero para más o menos mantener a mi familia y a mis dos ex esposas. Hay gente que paga la vida por adelantado.

domingo, 28 de marzo de 2010

Escritura

Desde que la pluma con la que escribo entra en contacto con el papel, dejo que las palabras fluyan y la guíen, para que al final me sorprendan con nuevas ideas, extrañas historias o con pensamientos que jamás creí que tenía o con alguna que otra porquería. A veces son fragmentos de vidas de gente que no sé si existió, otras son situaciones en las que pongo en aprietos a los personajes. ¿Sabrán ellos que yo existo? Cuando pienso en esto me da miedo. ¿Qué tal si soy el personaje de un autor con un humor semejante al mío? Ojalá no, ojalá mi autor tenga una buena historia que contar y que él sí sepa escribir finales felices. Mientras llega el final, intentaré escribir lo que con mi pluma pueda decir.

sábado, 27 de marzo de 2010

El camión camarón

Intentando encontrar por fin una manera de mostrar situaciones sin escribir ninguna palabra (lo que podría mejor describirse como buscar el dominio de la cámara fotográfica); me vi de repente viajando en un autobús metropolitano de la ciudad de México con rumbo a Cuajimalpa.
Era un sábado muy alejado de aquel en que un partido político repartía propaganda para reunir en el zócalo capitalino al mayor número posible de personas con el fin de pedir la paz en Chiapas (a pesar de la lejanía de aquél sábado, el motivo de la protesta aún estaba vigente en el presente).
Salí del Metro Auditorio, y descubrí que algunas personas abarrotarían por la noche el nacional recinto para ver una exclusiva presentación de Julio Iglesias (a mí me sorprendió que esa reliquia española de mi infancia y juventud aún diera presentaciones en vivo, pues yo suponía que el veterano cantante ya había heredado sus dones y la adulación del público a alguno de sus vástagos). En ese momento mi mente comenzó a recordarme la canción de "Crazy", pero interpretada por Patsy Cline (¿vino a mi mente porque alguna vez el viejo Iglesias le hizo un cóver o porque hizo alguna vez un dueto con Willie Nelson?).
En la explanada del auditorio, mi prominente nariz pudo ser testigo de uno que otro perfume barato que invade sitios públicos y que, seguramente, es también aplicado en partes privadas. Pregunté la hora a un anónimo individuo que mostraba en su muñeca izquierda el homenaje a su constante preocupación por el tiempo. De esta manera noté que yo había llegado puntualmente a la cita con la persona que, desinteresadamente, se había ofrecido a darme mis primeras lecciones de fotografía, pero a la vez noté que la puntualidad no era recíproca. Pasó el tiempo y me convencí que el desinterés de mi espontánea maestra de fotografía era de una magnitud mayor a la que había yo imaginado. Tras 45 minutos de infructuosa espera, mi Freudiana interpretación de ensueños en vigilia me convenció de que mi paciencia no sería recompensada con ningún conocimiento fotográfico. Teniendo gran parte del sábado por delante, decidí aventurarme a terrenos poco frecuentados por mí en los últimos tres años.
Crucé el paseo de la Reforma, no como cualquier bestia bípeda apresurada, sino que utilicé el andador subterráneo hecho específicamente para evitar que las vidas humanas corran riesgos gratuitos. Una vez del otro lado, me senté a esperar el autobús (ex-Ruta 100) que me condujera a Santa Fe o a Cuajimalpa (el primero que hiciera acto de presencia sería igual de propicio para mí).
El destino, tras hacerme esperar otros 45 minutos (que yo pasé divertido escuchando una y otra vez "Crazy" en mi mente), me envió el autobús a Cuajimalpa. Tras pagar mi tarifa de $1.50, mi vista y mi olfato me recordaron algo que yo había sepultado en los rincones de mi memoria. La vista me dijo que esos autobuses eran justamente el medio de transporte de las personas más humildes y mi olfato comprobó lo falso que es la aseveración de aquellos mexicanos afortunados que han viajado a París para regresar a México y decir que el metro de París "apesta a madres" agregando que “el transporte público en México no huele mal”. Para que esa gente recobre sinceramente el orgullo mexicano, les invito a que de vez en cuando se bajen de sus autos último modelo y viajen una sola vez en uno de estos autobuses populares y comprueben que como México no hay dos (igual y la India).
Viajando en este autobús pensé que si fuera yo un filósofo, escribiría acerca de la relación entre humildad y la higiene (por experiencia parece que ambas características no suelen cohabitar en la misma persona); pero como no soy filósofo, me dediqué a sacar una instantánea verbal sobre el viaje en ese autobús.
Tan lleno como vagón del tren al infierno, el autobús llevaba todos los asientos ocupados, el pasillo atiborrado y los escalones de la salida invadidos por diversos pares de traseros. Contorsionándome y disculpándome, me hice camino hasta llegar cerca de la salida. A mi izquierda viajaba un hombre tan moreno como la mayoría de los demás pasajeros, que en uno de sus popeyescos brazos (esta definición se debe a que los puntiagudos codos de este caballero eran similares a los de Popeye o a los prominentes polos de un bolillo) llevaba un serrucho envuelto en papel periódico de tinta café. De las axilas de este hombre, emanaban los síntomas inequívocos de que él había realizado recientemente una intensa labor física. Frente a mí, iba un grupo de cinco niños que se divertían viendo a través de la ventana los multicolores automóviles que transportaban a desesperados conductores por paseo de la Reforma. Ignoro lo que comentaban los niños debido a que estos se comunicaban en un idioma indígena que, y aquí acepto ignorancia por segunda ocasión en el mismo párrafo, yo desconozco. Una mujer embarazada, probablemente la madre de los cinco niños (y con seguridad madre de otros cinco que estarían en otros puntos de la ciudad), viajaba cortando hilos de colores con un pedazo de botella que portaba en su boca. Los hilos le servirían para hacer más hamacas como las que llevaba dentro de una gran bolsa. A mi derecha estaban tres hip-hoperos aztecas. Estos adolescentes de rasgos tan mexicanos que Jesús Helguera jamás se hubiese atrevido a pintar, vestían a la moda del ghetto negro gringo (grandes playeras de equipos deportivos norteamericanos, gorras piratas de NIKE o de los mismos equipos, holgados pantalones y zapatos tenis). Los tres adolescentes realizaban todos los pasos incorrectos para ligarse a las tres jóvenes que viajaban al final del autobús (su método iba del jocoso insulto hasta la obscena lujuria explícita).
En ese punto descubrí que mi olfato protestaba no sólo por los olores que despedían las axilas del hombre del serrucho, sino por la mezcla de fuertes olores que luchaban por la supremacía olfativa del interior de ese autobús. Sé que sonaré demasiado delicado, pero debo señalar que comencé a sufrir una jaqueca. Mi malestar fue acrecentado por unos insistentes empujones que me propinaba en la espalda una mujer de edad incalculable (esto lo digo porque, debido a que las mujeres de la clase humilde –léase ‘extremadamente indigente’– tienen que trabajar de manera extenuante desde muy jóvenes para mal ganar su sustento diario, al cumplir los 25 o 30 años parecen de 55 o 60). Esta mujer quería, a toda costa, ocupar el pequeño espacio vacío que había frente a mí, y parecía ignorar que por medio de la palabra o quizás por medio de las señales, yo pude haberme hecho a un lado para dejarla pasar.
Es posible que esta mujer estuviese empeñada en violar a toda costa esa ley que dice que dos cuerpos no pueden ocupar simultáneamente el mismo lugar en el espacio y por eso se empeñaba en aplicar todas sus energías contra mí. Evitando cualquier discusión física, dejé pasar a la mujer quien con rencorosos ojos me dirigió su furia (sí, puede que ella no haya comprendido que esa ley natural se aplica, por lo menos aquí en la Tierra); mientras yo oprimí el botón de la puerta para bajar del autobús en la próxima parada.
Por lo menos sí llegué hasta Cuajimalpa. Lo que siguió después no te lo contaré, pues igual y eres alguien que se escandaliza con facilidad, o, si no eres así, pues te burlarías de mí. Sólo quise obsequiarte una instantánea dentro de un autobús.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Buscando la resignación

El estruendo nocturno y las luces de neón, son sordera y ceguera cuando no está contigo la persona que realmente amas. Los amigos, por muy sinceros que sean, no pueden llenar el vacío que deja el verdadero amor perdido. No hay pasatiempos suficientes para secar las horas de soledad de ese estanque enfangado que te dejó tras su partida. Pareciera que la vida sólo la continúas por costumbre. La mente y el corazón buscan su regreso, quizá por ello el corazón sigue latiendo. Las palabras que escribes son dirigidas a su ausencia, como faros en la tormenta que buscan el regreso del navío extraviado. En las obras ajenas siempre encuentras pretextos perfectos para justificar su recuerdo. Buscar su rastro en otras personas es un engaño, mal truco de un mal mago. La resignación sabe a tarea imposible. Es tan difícil tratar de escapar de esta unión separada, más difícil que tratar de olvidar una culpa aceptada. Ahora comprendes el suplicio de Sísifo.

sábado, 20 de marzo de 2010

Incierto

Al inicio todo es sorpresa y descubrimiento. Curiosidad que te conduce poco a poco al conocimiento básico de tu mundo. Después viene el orgullo inflado, tu mente cree saberlo todo, tus energías parecen no tener fin, el mundo debe ser tuyo AHORA. Si eres inteligente seguirás descubriendo y encontrando, pero si no, te irás convirtiendo poco a poco en un soberbio cansado. Si eres inteligente comenzarás a valorar la experiencia y tu orgullo disminuirá, aún tienes energía pero sabes que se va a acabar. La curiosidad se vuelca hacia el interior. Llegas a una etapa en la que sabes todo lo que eres capaz de saber, y lo que sabes es casi nada. Tus energías te abandonan y te preguntas: ¿de qué ha servido todo? Al momento de morir sólo se tiene una satisfacción incierta.

jueves, 18 de marzo de 2010

Tristeza

Ah la tristeza. Reflejada en la plástica cabeza de payaso a punto de llorar y con barbas de vagabundo, incrustada como brujería en la antena de radio de un colectivo en la rápida vía. La tristeza es ese marginal que como sea se siente con ganas de encajar, y al que todos le hacen el feo, tal como al pato que un día sería cisne. Que se tizne. El blues del descastado sin cresta. La tristeza es ese pobre ser, de bolsillo y alma, que no encuentra la calma en esta vida, ni en la otra. Es aquella novia amarilla que entrena para venganza y regocijo propios, a futuras mujeres fatales que pretenderá convertir en imposibles amores para inocentes pintores. La tristeza es una película con un mal actor de voz chillona que hace que tus entrañas se remuevan gracias a su lastimero tono y a un efectista guión de tercera. Puede ser también la canción, de violín y bandoneón, que habla de penas tan ajenas a las tuyas, pero feas, y que terminas adjudicándote o creyendo que te han pasado. Puede que sí las hayas vivido, pues al final no hay tantas historias en el mundo. Tristeza es negar tres veces la fe, que te cante un coro de gallos, y seguir creyendo en el Diablo. La tristeza es no tener entereza cuando sopla un ligero viento, breve pedo de Eolo, y allá, lejos, vuela tu integridad de pan integral. Tristeza es buscar que Dios te responda directamente y si llega a hacerlo no notarlo. Tristeza es el final de la película del Dr. Zhivago. Trsiteza es querer estar cerca, pero no estar en ningún lado.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Timidez

Trabajaba en la biblioteca pública, un impúdico trabajo de investigación para pasar una asignatura cruel de la universidad. A estas alturas no sé porqué pierdo tanto el tiempo aprendiendo cosas que no me interesan. Todo por un título profesional. Yo lo que quiero es ser músico, no me engaño, tengo mi talento, pero el miedo que me ha inculcado mi familia pesa más. “Primero obtén tu título para que tengas asegurado el futuro y ya después verás si cometes las locuras que se te ocurran”. Como si el título fuera el paracaídas para no estamparme de lleno contra el desempleo. Yo siento que nací para ser estrella. Puedo tocar muy bien la guitarra y escribir letras interesantes para mis canciones. Pero bueno, ¿y si no tengo suerte? Siempre me he sentido una estrella, en más de una ocasión me he sorprendido contestando preguntas en entrevistas imaginarias, como las que les hacen a mis ídolos en la televisión. Sí, estoy un poco pasado de peso y no soy guapo; pero lo primero se me puede quitar y lo segundo no importa, basta con mirar a Keith Richards para saber que tengo la razón. Cálculo diferencial e integral, maldita porquería. Cerré el libro un momento para distraerme, por quinceava vez esa tarde, con lo que había a mi alrededor. Entonces descubrí que a dos mesas de distancia de la mía estaba una muy guapa desconocida. No le fui indiferente. Nuestras miradas se cruzaron y no hubo señal de disgusto. Era una buena oportunidad para conocer a alguien, la podría impresionar con los últimos libros que leí, con las últimas canciones que escuché, con las últimas películas que vi o simplemente con la guitarra y una canción famosa. Tengo todo lo que se necesita para llamar la atención de alguien. Pero mejor más adelante, primero tenía que trabajar en los problemas de cálculo. Pasó el tiempo y no podía concentrarme en mi labor, de vez en cuando volteaba hacia la desconocida, quien me devolvía las miradas sin el menor asomo de incomodidad, a veces hasta me sonreía levemente. Yo sólo ponía cara sería y volvía a mi libro. Ella aparentemente estaba también realizando algún difícil trabajo de investigación. ¡Podía incluso ir con ella, presentarme y quizás ayudarnos mutuamente! Igual y ella era buena en cálculo y yo soy bueno para la historia, quizás su trabajo se trataba de una materia relacionada con la historia. Pero no, eso sería demasiado perfecto. Intenté concentrarme de nuevo en mi tarea. Más de una vez noté que me miraba, tenía que ir con ella, pero ¿y si llegaba su novio?, ¿tendría novio?, ¿por qué no la estaba ayudando ahora?, ¿qué tal si estando yo con ella llegase el novio? Vaya ridículo que haría yo. Traté de hacer mi trabajo, pero de nuevo no pude. Pasaron tres horas inútiles en las que no adelanté nada de mi tarea y que me pasé tratando de armarme de valor para ir hasta la desconocida. De repente ella se puso de pie y empezó a recoger sus cosas para irse. La oportunidad se me escapaba. Tomó su mochila y su bolsa, me miró de reojo y se fue. Intenté ponerme de pie, para ir hasta ella, pero no pude, simplemente no pude. El corazón se me subió a la garganta y empecé a temblar. Estos ataques de timidez, que pensé que ya había sobrepasado volvieron a atacarme con más violencia que antaño. Me resigné. Poco tiempo después me rendí, no podía tampoco finalizar mi tarea, me dispuse a partir, y me sorprendí al encontrar a la chica cerca de la fotocopiadora. Ella me miró y sonrió, yo la miré sin detenerme, enrojecí, perono pude sonreír y me seguí de largo, pensando en lo muy idiota que soy. De nada me sirven tantas palabras, de nada me sirve sentirme especial. Ahora estoy en casa, tratando de terminar mi tarea de cálculo diferencial, pero no me concentro y por eso me puse a escribir lo que me pasó hoy en la tarde en la biblioteca pública. Creo que mi talento es un desperdicio. Iba a escribir una canción diciendo lo idiota que soy, pero ni eso me sale. Creo que no soy ninguna estrella, ¿cómo puedo serlo si ni siquiera puedo hablarle a una chica guapa? Maldito cálculo diferencial e integral.

sábado, 13 de marzo de 2010

Conocí a mi verdadero amor...

Dicen que la verdad estuvo en belén alguna vez, ¿si ya no está allí por qué no buscarla donde ahora se encuentra? Yo conocí a mi verdadero amor en una funeraria, y entonces noté que siempre llego tarde, hasta para encontrar pareja. Todos jugamos a soñar y terminamos soñando que vivimos, ambicionamos quimera y atesoramos sin medida las monedas. Al final todo es oscuridad y, según dicen, despertamos, pero de eso nadie está seguro porque de allí nadie ha regresado. Yo tenía prisa por muchas cosas, y el tiempo me sorprendió vacío; en el ayer quedaron las rosas, la alegría, las mujeres y el vino. Hoy ya nadie me cree capaz de nada, soy completamente inofensivo; un anciano en muy poco se diferencia del recién nacido. Las tareas afanosas terminan siendo nada cuando la vida llega a su término; las cartas y las promesas de amor suelen ser lo que se marchita primero. Sólo me acompañó la costumbre en los últimos días de mi vida, al menos es lo que medio recuerda mi memoria perdida. Supongo que la verdadera verdad nos será revelada, pocos momentos después de que ‘efectuemos el último suspiro’. Yo conocí a mi amor verdadero en una funeraria, llegando tarde hasta para encontrar el afecto. De nada sirvió creer que algo podría cambiar, de nada sirvió luchar por cambiar ese algo; todo pareció una ocupación obligada para rellenar los huecos hasta el final no anunciado. Aprendí a conducir un auto, que ahora no me lleva a ningún lado. Aprendí muchos idiomas que hoy me sirven para un carajo. Con nada llegué y nada me llevo, pero lo que más me duele es haber conocido a mi amor verdadero en una funeraria.

martes, 9 de marzo de 2010

El mesero romano y la pareja segura

El restaurante pastoso con cantante folk italiano incluido, el mesero bien plantado con charlatanes ademanes de charlot (no puede impedir hacerse el gracioso, va incluido en su naturaleza, propina aparte) coquetea con la primaveral norteamericana bien acompañada por su añoso esposo, éste último un digno personaje de chiste, facciones caricaturescas y espectacular altura, sin embargo se nota que es un tipo exitoso. El esposo, no entiende nada de las gracias del mesero, de hecho ignoro si tiene sentido del humor pues su cerebro sólo capta lo que se dice en el idioma de los negocios y de las presentaciones empresariales, institucional hasta en su esporádica sonrisa. Ella, en cambio, capta los mensajes mundanos, los dobles sentidos y las connotaciones sexuales… el macho latino y joven tiene su atención. Pero la esposa no suelta su tabla de salvación, no importa qué tan bravo sea el mar de las tentaciones, no hay gustoso naufragio real a la vista. Suceso exponencialmente potencial, pero impotente en la práctica. Deseos tragados con tal de tener un futuro y la universidad para sus hijos. Gracias al cielo por alejarme un rato del mundo aséptico y recordarme por qué trabajo. Me levanto de la mesa, doy propina al charlot charlatán y mesero, y dejo atrás a esa pareja digna representante de lo que no quiero.

Roma, Sept 17, 2008

domingo, 7 de marzo de 2010

Alcohol (sobriedad)

Noches de alturas, cerca de la estrella más alejada y brillante, viva en apariencia. Amanecer en el fondo del Gran Cañón, disparado a la realidad con sentimientos de culpa y persecución. Tinieblas a pesar del sol. Más de uno puede ser un espía o un vigilante. Las acciones recientes, inconscientes y olvidadas; pero en el fondo están allí reclamado o burlando, no falta quien las haga recordar. Falsa puerta de salida, dolorosa la caída. Ese truco ya no es efectivo para darle el esquinazo a la rutina, al peso de los días, al sinsentido obligado. Sueños de fuga que en realidad son pesadillas. Temor a la noche, terror al día. Los amigos se van yendo, poco a poco, o uno se aparta de ellos; el tiempo sólo sirve para alejarse de los demás y acercando el final. No hay muchas opciones al parecer: el autoengaño, las flores del mal o pisar el acelerador; sólo dos si ya comiste del fruto prohibido del jardín de Dios. Ninguna conviene realmente. Hasta la siguiente mentira, de boleto ficticio y velo ante los ojos, para pagar las facturas a la mañana siguiente.

sábado, 6 de marzo de 2010

Mercenario con ética

No te pongas camisetas chico, no es cuestión de corazones, el tuyo mejor guárdalo para la persona correcta o para tu propia empresa antes de que la vendas. Lo mejor es ser un mercenario con ética, lo más profesional posible y quedarte donde más te conviene. Así te evitarás decepciones y mira que vale más prevenirlas porque la vida da muchas de a gratis. Pero ten cuidado de quitarte la camiseta, si es que te la pusiste, en época de fríos, mira que las pulmonías matan al igual que el hambre. Alguna vez me dijo una prostituta, si no compras no me quites el tiempo, pues aprende a decir lo mismo en los lugares que no te corresponden. Haz todo esto lo más temprano posible, mira que el tiempo pasa rápido y como muchas otras cosas en la vida, no perdona, y como pocas cosas en la vida, no negocia. Sé agradecido y no te hagas de enemigos, te lo digo por experiencia propia, esa es otra manera de dificultarse la vida, pero también evita la hipocresía, cuestiona la autoridad y procura no lamer botas, debe saber feo (eso no lo sé de cierto, pero lo supongo) y además es un feo espectáculo (lo he visto muchas veces). En fin, te lo digo para que no lo olvides, hoy que estoy bastante decepcionado, por no seguir mi regla del mercenario con ética.

sábado, 27 de febrero de 2010

Relatividad del tiempo

Perdiéndose en aquel sendero desconocido del aire Sherlock Holmes dejó de inyectarse para decir "alguien debe poseer la información". La azafata le respondió "este avión aterrorizará en dizque diez minutos". "Debo abrocharme el cinturón ahora mismo" dijo el campeón de peso semi incompleto que sería conducido a medias al cadalso por la inopinadamente inhóspita opinión púbica. Muchos pensaron que eso sería divididamente divertido, por eso comenzaron a bailar tap al ritmo de un vals venereamente vienés. El presidente que sería asesinado para convertirse en el mártir de San Martín hizo como que ignoraba lo que sucedía, mientras a sus espaldas vendían a tres esclavos por el precio de una gelatina. "La tierra es de latinas desangeladas, como lo son tus ideas y tus vueltas", dijo un anciano soldado romano mientras discutía asuntos banales con un banano. "Mi corazón es un libro abierto, en blanco", dijo el Romeo sin rosas que pronto se jubilaría sin haber amado. "Lamentablemente tu cerebro también es una hoja en blanco, en la que no me apetece escribir nada y en la que encontré más vació del necesario para la meditación" le dijo la Julieta que pronto moriría por haber amado demasiado. El san Nicolás en huelga reía mientras sus dientes caían en un cenicero, como los de Caín y un burro. "La actividad febril puede conducirnos más rápido a la meta de nuestra existencia" dijo el holgazán que no tenía prisa por llegar a ningún lado. "Nadie sabe en qué momento está haciendo historia" murmuraba el escritor incomprendido mientras deshojaba la guerra y la paz con tranquilidad. El famoso fotógrafo epiléptico apareció para tomar una instantánea para la posteridad. "El pasado debe servir para adquirir experiencia y no para intentar revivirlo… no mires atrás", dijo un sodomita que corría despavorido mientras arrastraba a su esposa pava convertida en estatua de sal. ¿No sientes a veces que alguien intenta conducirte por un espeso pantano para tratar de alcanzar algo mientras te ahogas? Creo que la clave está en saber discernir y eso sólo se aprende con el tiempo. Como el tiempo es relativo, relativamente es cierto el hecho de que ahora lo has perdido.

miércoles, 24 de febrero de 2010

A la mitad

Estar a la mitad. Ni joven, ni viejo, ni ignorante, ni sabio. Ni amante ni amado, un solitario acompañado. Así sabe estar a la mitad, el gusto de la nada. Gracias. Entre la indolencia y el compromiso, entre la verdad y la mentira. Dicen que Dios detesta a los tibios, dicen que incluso los vomita. Ni principiante ni experto, ni cazador ni presa, el de las mil palabras huecas que a pesar de todo nada expresan. Eso es estar a la mitad. Entre la cuna y la tumba, sin gasolina en una carretera, vacío por dentro y seco por fuera. Estar a la mitad. Cuando el éxito te eludió por elecciones erróneas, cuando alguien te compró por una almohada en Sodoma. Los amaneceres pesan por su desesperanza, para quien se hizo adicto al sabor de la nada. Como el beso al aire y la carta no enviada. Como las candentes caricias sobre una piel anestesiada. El homenaje a un muerto, tus gritos bajo el agua. Eso es quedarse a la mitad, viviendo la vida de la nada. El momento en que despiertas suele llegar ya muy tarde, pero ya nadie te querrá, ni siquiera tu madre. Eres una sombra en la penumbra absoluta, planeando imposibles justo a la mitad.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Cosas que hago mal

Bailar, cantar, escribir poemas, elegir pareja y olvidar errores. Pintar, patinar, ni siquiera sé nadar. Declamar, recitar, citar y tocar un instrumento, incluso el órgano privado de alguna catedral. Beber, creer (porque creo demasiado), dudar (porque dudo demasiado) y esperar (a pesar del tiempo pasado). Decirle a una mujer que la amo y actuar de acuerdo a mis palabras. Calcular y pelear. Pensar y ser ocurrente al instante. Sospechar que me mienten presentir lo que otros sienten. Comprometerme por un papel, garantizar por escrito, gritar a los cuatro vientos y profetizar palabras divinas. Armar rompecabezas, remendar mi corazón cuando se rompe, romper con rutinas y alejarme de quien en verdad quise. Conservar la dignidad (si es que algo de ella me queda), todo eso hago mal y sin embargo… me muevo. Un día menos y un drama de más.

lunes, 15 de febrero de 2010

Reinicios

No es lo que tienes, sino lo que eres. No es lo que piensas, sino lo que sientes. Los verdaderos colores no se ven con los ojos, sino con el alma que los usa de ventanas. No soy una buena persona, sólo que contigo trato de ser mejor. Pero mejor no intento nada más y trataré de ser quien soy. El tiempo es relativo, y para muchos no existe. A veces fui yo mismo mañana y otras seré el mismo ayer. Tanto quiero preguntarte, mientras no encuentro las palabras para responderte. Ojalá no esperes tanto de mí, para no correr el riesgo de defraudarte. Por favor recuerda que no soy más que un hombre. Igual el día en que salde mis cuentas pueda al fin conocer la verdad. Dejaré de cuestionarte y te trataré con todo respeto, pues es la única manera real para llegar a alguien. Si me alejo y regreso ojalá me disculpes, es que necesito desesperadamente encontrar la verdad. Nadie nace sabiendo y echando a perder se aprende. No quiero sabiduría a costa de perjudicarte. A veces siento que la vida es redonda, y uno comienza de nuevo al llegar al final; sin embargo, el principio nunca suele ser igual.

viernes, 12 de febrero de 2010

Naufragio efectivo, no reelección

El violinista del Titanic, tocando el vals triste con el agua al cuello. No es resignación, quizás el capitán que se hunde con su barco impone el ejemplo, con acciones, no con palabras. Aun así abordo viajaban felices fariseos. De menos el barco ya está limpio porque las ratas lo abandonaron primero, antes que las damas y los niños, por supuesto. Sálvese quien pueda. Gritos y atropellos, todo a voz de cuello, menos los llantos del muñeco de ventrílocuo, tan vacío, con la mandíbula caída por la sorpresa. El vals sigue sonando. El iceberg es tan grande que aún rodeándolo te rompe. Burbujitas bajo el mar y la sirenita está petrificada en un país del Norte de Europa. Soñé que me tomaba vitaminas y que Ponce de León me daba el secreto de su fuente, todo en vano ya, porque el barco se hunde inexorablemente. Y el vals se sigue escuchando. Las dificultades en las relaciones entre hombres y mujeres no son cuestiones de género, sino de especie, somos más iguales que lo que queremos aceptar. No son de Venus, no somos de Marte, somos nacidos en el mismo Cielo y colaboramos para construir un mismo Infierno. El juego parece consistir en no dejar que te rompan el corazón, para eso debes ocultar tu mano,que arroja piedras, poner cara de jugador de Póker y tener boca de poeta creíble, pero no hay amor verdadero a mis ojos si no existe la honestidad y dejas de lado el juego.Contradicción contraindicada pero seguida por casi muchos. No hay amor si uno no se quita la coraza y se expone. Honesto al 100%. Se sigue oyendo el vals. Pero de repente, al notar que algo es seguro, parece que el interés se pierde. Se termina la cacería, se rompe el encanto y a otro lado con el circo. El iceberg rompe el casco, las ratas hacen lo que se espera de ellas, no pueden fallar, es su naturaleza. Y el violinista sigue tocando.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Guardando imagen

Guardando imagen. Por eso se dicen y se actúan mentiras; se piran tiras y muchos se tiran al suelo. Sin Consuelo (con mayúscula o minúscula, da igual). Decir “ya no me importas” cuando aún se quiere con intereses más altos que los bancarios y que los de la tasa de devaluación con posos de café, es mentira. Es mentira decir "ya te olvidé", con tal de hacerse el fuerte, fort knox del corazón inexpugnable para los ataques apaches, no cardiacos, pero sí sentimentales demenciales, hacerse el refuerte y sin embargo recordar a esa persona hasta en los sueños de los sueños. Palabras sin dueño porque aunque las digo yo, seguro son sacos que cada quien se pondrá a su conveniencia (no soy tan único ni especial, y sin embargo me muevo). Palabras que quizás tengan para mí un fin, pero sospecho que todo está acabado. Invariablemente, como toda relación de revoltura, cada quien usará los elementos verbales a su favor, y el destino que se obtenga no sea el buscado por nadie. Decir “estoy superando tu recuerdo” cuando hasta en el juego de memoria se encuentra el retrato sonriente de quien se quiere olvidar, cuando cada esquina trae un momento del pasado, cuando hay pensamientos de esa persona aún en los lugares jamás visitados. Suena a obsesión, pero es una obsesión obesa que pesa en la humanidad (esto no es del todo personal). Sensación humana, semilla de libros y obras que ya no se pueden contar, como las estrellas, como los granos de arena. Parece que su persona se va, pero en realidad se queda. Mentí muchas veces aún en contra mía, queriendo guardar imagen, pero borrándome en su vida. No es autobiografía.

martes, 9 de febrero de 2010

Don Nadie

El fulanito gris se plantó en el centro de la concurrida plaza dominguera. Niños con globos, globos con niños, padres con panzas de globos y madres con bustos globosos. Vendedores y gritería. Sol de medio día. El fulanito gris empezó a gritar a todo pulmón, ¡y vaya si su voz era apavarottiosa!, en frases cortas cada cosa que había hecho en los últimos dos días. "Amaneciendo con el radio encendido", "los Beatles siempre son buenos en las mañanas", "desayuno nutritivo", y así, pasando por "la experiencia en el W.C. hoy no es fluida", "ya se me quitó la comezón del ojo izquierdo", "los huevos han subido de precio", el fulanito gris dio los pormenores de su grisácea existencia... o por lo menos eso intentó. A las dos horas de su perorata, antes de llegar al "beso a mi osito de felpa y a dormir", la gente lo abucheó. Le arrojaron todo lo arrojable en una plaza dominguera (nadie se atrevió, sin embargo, a tocar las heces de perros que yacían por allí bronceándose momiosamente) hasta que el pobre fulanito tuvo que abandonar la plaza, embarrado de tomates y caramelos. La gente globera y contenta se sintió aliviada. En la noche, mientas esa gente revisaba regocijada las múltiples novedades en su twitter, en su facebook, o en sus redes sociales, acerca de personas anónimas fuera de esos ámbitos, y actualizaban su propia información, ni siquiera se preguntaron ¿a quién carajos le importa enterarse de la vida de un don nadie?

sábado, 6 de febrero de 2010

Recuérdame

No me olvides, porque yo sí me acuerdo de ti, aunque mi memoria sea mala. No me olvides porque no me gusta que me dejen hablando solo, cuando lo que quería era hablar contigo. No me dejes esperando afuera, que hace frío y la lluvia es casi tan testaruda como yo. No me olvides por favor, al menos mientras tengas el don de recordar. Si no me recuerdan, no existo, a pesar de que respire; si no me piensan no soy, aunque digan que sea libre. No me olvides por favor, porque se siente muy feo ser un recuerdo deslavado. No me olvides, porque me acuerdo de ti y debemos hacer que este mundo sea un poco más equilibrado.

miércoles, 3 de febrero de 2010

El carrusel del absurdo

Los ojos fijos en el lado equivocado, deseando lo que NO se puede tener, y teniendo sólo para llenar el vacío. Cometiendo injusticias, alimentando ilusiones mal acuñadas; sólo para mantener el ego ocupado. Pagando las culpas al mismo tiempo que las cometemos, comiendo corazones que no nos importan para tratar de alcanzar los que nos son negados. Escalones palpitantes que de manera innoble pisamos. Ignoro si con el tiempo todo esto disminuirá o si tendrá fin; mientras tanto nos comunicamos con nuestros propios ecos, añorando lo que no nos pertenecerá. Esperamos mientras hacemos que alguien más pierda la esperanza. La edad en sí misma no da sabiduría y por lo general nos hace más idiotas. La universidad de la vida se paga lamentablemente con experiencias dolorosas y, peor aún, ahí no se tienen vacaciones. Ensueños de castillos con torres de marfil, finales rosas y protagonistas ideales; sueños que al despertar con el frío balde de la realidad se convierten en amarguras. El viento viene y va, los años se quedan, la arena se acaba y pronto seremos Tierra. Tiempo hay para recapacitar, pero a nadie parece servirle la razón cuando el corazón se ata a un capricho. Quizá el desperdicio es el verdadero motor de nuestras vidas y de nuevo en el mismo punto del círculo.