Tras varios días de intensas reflexiones y genuflexiones, el barbero epiléptico creyó llegar a la respuesta de por qué no tenía clientes en su negocio y por eso tapizó todas sus paredes con fotografías de bellas mujeres desnudas en decididas poses apasionadas. El viejo cumple ahora cadena perpetua por haberle cortado accidentalmente la yugular a un adolescente lascivo. El piloto invidente se mató solo en una curva más sinuosa que la silicona de una actriz de moda y el único que rezó por él fue el sacerdote ateo mientras bautizaba a su niño no planeado que con los años se convertiría en el profeta adivino historiador heredero fiel de Heródoto. Todo esto lo recordé al probar la bazofia que preparó el chef sin sazón en un restaurante bajo techo al aire libre. Recordemos que en ocasiones el hielo quema tanto como el fuego.
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