Hay trucos de magia. Siempre. Gente que aparece mientras otra se desvanece con el paso de las horas, de los días, de las tristezas y de las alegrías. Puede que sea cierto que las personas somos como barcos que se encuentran en el mar, a veces en algún puerto, conviviendo por un lapso, más o menos largo; otras encontrándose en mar abierto; naves que se saludan un instante y siguen su camino. Al final todo se va, todos nos vamos; unas veces con posibilidades de reencuentro y otra, la definitiva, para perdernos mutuamente por el resto de lo que llamamos tiempo. Los lazos de sangre son accidentales. Los lazos afectivos son selectivos. Nada dura para siempre y al final, se encuentra la separación. Quisiera que hubiera una excepción a esta regla, una sola y sólamente una vez. Sin embargo... me embarga la pena. Hay trucos de magia que no divierten y que uno quisiera negar, pero allí están. Al final siempre llega el desvaneciemiento y luego el olvido. Carpe diem para dar carpetazo definitivo y aceptar que la vida es así.
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