Como la estatua de un perro esperando el llamado de su amo, vivía el caballero que buscaba a la princesa encantada de sus sueños. Como la flor que se marchita a la orilla de un lago, estaba la damisela prefabricada esperando a su caballero armado. Como ratón extraviado, calculando los recovecos del laberinto, estaba la mujer razonable tratando de descifrar su destino. Y yo con una parte de cada uno de ellos, dejé de querer estar contigo.
Como el prófugo con alas que no resistió la atracción del sol, vivía el aventurero sin aventuras tratando de atrapar la sombra de su ilusión. Como el matemático desesperado cansado del tiempo transcurrido antes del resultado, pasaba los días el amante calculador tratando de revivir su pasado. Como el cordero dependiente de su imponente pastor en el campo, estaba la niña crecida fingiendo liberarse de una gran figura. Y yo dejé de creer que junto a ti llegaría a mi sepultura.
Como el malabarista concentrado en su acto a la mitad de una tormenta, continuaba su vida de casada la señorita perpetua. Como el vecino envidioso que desea todo lo que no tiene, vivía el que decía que estar a dieta no impide dejar de ver. Como el blanco que se asolea a diario para cambiar su calor, estaba la chica moderna de piernas abiertas tratando de hallar el amor. Y yo, a pesar de lo que por ti aún siento, viajo en el tren en el que hubiera querido viajar contigo.
Como el prófugo con alas que no resistió la atracción del sol, vivía el aventurero sin aventuras tratando de atrapar la sombra de su ilusión. Como el matemático desesperado cansado del tiempo transcurrido antes del resultado, pasaba los días el amante calculador tratando de revivir su pasado. Como el cordero dependiente de su imponente pastor en el campo, estaba la niña crecida fingiendo liberarse de una gran figura. Y yo dejé de creer que junto a ti llegaría a mi sepultura.
Como el malabarista concentrado en su acto a la mitad de una tormenta, continuaba su vida de casada la señorita perpetua. Como el vecino envidioso que desea todo lo que no tiene, vivía el que decía que estar a dieta no impide dejar de ver. Como el blanco que se asolea a diario para cambiar su calor, estaba la chica moderna de piernas abiertas tratando de hallar el amor. Y yo, a pesar de lo que por ti aún siento, viajo en el tren en el que hubiera querido viajar contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario