viernes, 28 de junio de 2024

Gracias

 Las cosas son, y el son del corazón es un ritmo que no puedo seguir con mis dos pies izquierdos.

La vida pasa, como ciruela que rueda. Muela sin juicio no  mola, la razón no consuela.

Los zapatos con suelas de hule no hacen ruido.

Por cada adiós hay tres bienvenidas, en un embudo de relaciones, pero al revés.

Y así es, pero eso se va acabando conforme transcurren los años.

De repente: el desierto, sin zarza en llamas y sin poderles decir a las llamas incas que vengan.

Sanidad ante todo. Asepsia purulenta de la sociedad y de lo que debe ser, según lo que los pocos les exigen a los muchos.

Estuve enfermo y ahora sé de qué.  Por eso me despido para empezar de nuevo.

Curiosamente despedirse no es ahora más fácil que las veces anteriores, e incluso me resulta más difícil.

La costumbre es lo más duro de romper, primero se me rompieron las alas, la salsa y la sesera.

Cordura de cordero en matadero. No hay nada sagrado en eso.

Al menos esta vez quedé medio entero.

Tengo otras cosas por hacer.

Le pregunté a Dios ¿por qué?, y creo que me contestó: "no eres tú, soy Yo", y me quedé mudo, salado como estatua de la galería Lot.

Big Bang y el universo cambia de eje (éjele jeje).

Espero que esta no sea la euforia previa al tobogán que acaba en el averno, porque no quiero visitar este lugar de nuevo. Ni siquiera con buen tiempo.

La balanza de mi cabeza se declara en reparación.

Soy mal jugador, porque no me retiré de la mesa a tiempo, sino hasta que me expulsaron de la sala.

No soy perfecto pero tampoco tan jodido, no está mal si yo lo digo. Nunca en domingo.

Dignidad, dignidad, espero que no se haya ido al lugar de los calcetines desaparecidos que nunca vuelven.

Lo que volví fue el estómago y volveré la cara en veinte años, para ver si estos son algo. No es un tango.

Confío en mí porque descubro que en mí confían. No soy ni remotamente un billete verde o monedita de oro, y no son las mías aspiraciones divinas de aspiradora fina.

Pierde sólo el que siempre se queja.

Gracias por el afecto y la confianza.

martes, 25 de junio de 2024

Sentido (me pesa)

 De nada sirve la banda adherida al jarrón vacío que es ahora mi corazón, agrietado tras caer por las escaleras de la vanidad engañada

Es como las palabras de alivio en la medianoche del moribundo que fue rey, y que ahora no es más que un mendigo

¿Qué te digo?

Las cosas no salieron como lo esperaba la cabeza con cuello de resorte que salta de la caja colorida de Jack

Queda un plano cinematográfico extenso, amplio y aburrido, de 277 minutos, como en película de Sofia Coppola, tras media hora en que no ha sucedido nada (de nada, gracias)

El arte es tan relativo como el tiempo y el amor; mi arte no te llenó y tu tiempo fue para mí algo perdido que no merece ser buscado

Las expectativas eran más altas que los árboles que sirven de observatorio a las jirafas o las líneas donde cuelgan las enaguas de Gea mientras ella pare de pie

El trueno de la tormenta en el desierto que asusta tanto al más pintado como al menos colorido fue el argumento perfecto para no quedarte conmigo

Ahora no hay camino de regreso a casa, pero honestamente ¿quién rayos quiere volver a Cumbres Borrascosas?

Mejor seguir el camino hasta llegar al reino del monarca de la montaña, con odaliscas y fuentes de leche y miel, o quizás hasta el mundo de azufre donde Dante camina campante con Johnny Walker (¡que yo no soy tu padre Luke!)

Para el caso creo que todo será lo mismo y que todo seguirá careciendo de sentido.

domingo, 23 de octubre de 2022

Charlie Marks & the Opius Dei

 

Gurús del metal y del reguetón

Eclécticos como la Liga de la Injusticia

Convenencieros como políticos ante mejor postor.

Charlie Marks & the Opius Dei

Es la banda que vuelve a originar desbandadas

Punk trans subte indie rock folk y boleros

Rancheras trash tangos jazz y valses para fiestas

Son un fenómeno viral más mortal que cualquier enfermedad

A la hora de tirar dogmas ni la papa caliente de baticomio los iguala

Los predijo un dama en Međugorje bajo el sol

Los llamó Maitreya, pero en estos tiempos, ¿quien exige precisión?

Charlie Marks & the Opius Dei

Son progres y conservadores a la vez

Wokes LGTB+... etc. etc. Predicadores de la ciencia

Ateos espirutuales panteístas

Monocíclicos y cerrajeros de las puertas de la percepción

Trinitarios o binarios cuaternarios, dependiendo de la dirección del viento

Defienden cualquier derecho, sin obligación. ¡Son perfectos!

Charlie Marks & the Opius Dei

Los últimos dioses del rock de estadio

Ahora que las pistolas están oxidadas y rosas secas

Que no hay cura y los pimientos se enfriaron

Que las piedras han dejado de rodar

Tú también podrías ser intrascendente

Pero tienes salvación si escuchas la verdad, en la boca de

Charlie Marks & the Opius Dei

¡Muy pronto cerca de ti!

Opius Dei

Límites

 

En el umbral de la noche y el día
Del dolor y del placer
De la muerte y la vida
Y del eterno renacer

En la línea que divide
Tu libertad de la mía
Tu llanto de mi risa
Tu conejo de mi contento

Allí donde se unen o separan
Tus curvas y tu espalda
La espada y la pared
El odiar y el querer

En la frontera del sueño y la vigila
de la libertad y la posesión
de la intención y el acto
del rompimiento y el pacto

Ahí reside la nada
y comienza el infinito
principio del más allá para que al final
la nada volvamos a encontrar.

domingo, 10 de julio de 2022

La naturaleza de los deseos

 A lo largo de la vida, como cualquiera —como cada uno de los que conformamos ese mazacote llamado "todos"—, he deseado muchas cosas.

He pasado gran parte de mi existencia elaborando largas cadenas con eslabones de deseos.
Muy pocos, realmente un indecente índice pigmeo —por estatura, mas no por etnia—, de esos deseos se han realizado.
Sin embargo sigo respirando y sigo deseando. Imagino que es parte de la vida.
Ahora no deseo conscientemente, salvo en raras ocasiones:
Cuando la lujuria me ataca ferozmente de nuevo, haciendo que me olvide de las enseñanzas del Buda.
Cuando me topo con gente más vil y mezquina que yo, pensando que ojalá fuera un Harry Potter con varita de Némesis.
Siempre que pago mis impuestos.
A veces deseo el Armagedón y el fin del mundo mormón, como me lo enseñaron cuando asistí a la escuela de la Iglesia los Santos del los Últimos Días.
También llego a desear la Paz Mundial, pero casi nunca, pues en raras ocasiones deseo cosas imposibles.
Sigo respirando y sigo deseando. A veces trabajo para tratar de alcanzar mis deseos, otras espero un genio al estilo de las Mil y Una Noches que venga a servirme, pero en cuyo contrato no haya letras pequeñas.
¡Ay de mí, tan egoísta!
Si hay conciencia después de que morimos —al cambiar de plano, como dicen algunos—, me temo que entonces seguiremos deseando, no sé qué, pero me sospecho que así será.
¿Será que el universo es un deseo infinito?
https://sites.google.com/site/1001arabiannightsstories/_/rsrc/1303146157343/the-story-of-the-merchant-and-the-genie/fisherman_genius.jpg

lunes, 13 de enero de 2020

Las lamentaciones de Herodes (de leyenda)

Herodes de leyenda desayunando en un moderno café restaurante, tan real como los impuestos, el sábado por la mañana. Se lamenta este rey cruel, ahora sin corona, de que ya no exista la realeza verdadera; echa de menos el tiránico poder que las historias le achacan. Le entristece que ya no haya esclavos, ni siquiera sirvientes a los que se pueda azotar, que ya no haya verdugos que ejecuten órdenes sin chistar, ni súbditos que sepan su lugar, ahora todo es una ficticia igualdad. Siguen habiendo muchas diferencias, pero todos presumen los mismos derechos, repudiando todo lo que suene a obligaciones. Esta realidad de hoy es más ilusoria que la mayor fantasía.
Herodes hace acopio de toda su paciencia y se resigna a seguir escuchando al ruidoso niño de la mesa contigua a la suya. El nene llora, berrea a todo pulmón, le dice vieja puta a su madre y a su padre le dice cabrón. Los progenitores sólo le dicen calla, pequeño, una y otra vez, con suavidad de almohada. Nada puede calmar a este crío que no sabe lo que quiere, e ignora lo que no quiere.
La madre se siente avergonzada, pero no encuentra qué más hacer para calmar a su  engendro; el padre, filosóficamente, toma las cosas como son: los niños tienen mucha energía y hay que ser pacientes con ellos.
Ebria de poder, la criatura grita y manotea como ánima satánica en piscina de agua bendita. Todo parece alimentar su rabieta. Los demás comensales están incomodados desde el inicio del drama, pero nadie dice ni pío... es asunto de sus padres, piensan, y hacen lo posible por actuar como si nada.
La mesera que atiende a la familia del berrinche levanta las cejas y mira al niño con una tierna sonrisa, mientras imagina decirle: ¡Ya cállate, hijo de puta! Pero no dice nada, y sigue sonriendo profesionalmente.
No se vislumbra un fin cercano para este escándalo.
Herodes da un sorbo a su café y maldice los tiempos modernos. La hipocresía, la doble moral, la falta de Dios y la falta de respeto a los demás. Ahora no sólo se condena el asesinato de un niño, sino también un par de nalgadas en situaciones extremas. Malditos tiempos hipócritas que transformaron el Derecho Divino en Derecho del Dinero; las diferencias por mérito y valor fueron transformadas en una aparente igualdad de mediocridad. El mundo es definitivamente más estúpido que antes.
Harto, el viejo rey pide su cuenta para salir del recinto como un Teseo sin laberinto.
Desde la calle se escuchan los berridos de ese niño cuyo futuro debieran ser los escenarios de la Ópera mundial.
"Si aún tuviera mi viejo poder", piensa Herodes al alejarse, "a esta hora Dios tendría en su corte un nuevo querubín que lo deleitara con su canto".
Y Herodes se va a otro lugar en el que pueda continuar su desayuno en paz.

miércoles, 8 de enero de 2020

Escribir en un centro comercial

Me siento ante una mesa del área de comida rápida del moderno centro comercial, abro mi cuaderno y me pongo a escribir.

Sobre la mesa no tengo comida, ni estoy consumiendo nada en absoluto, solo escribo.

En el área hay muchas mesas vacías, así que no estoy ocupando el lugar que otra persona pudiera necesitar.

Sin embargo, hay un elemento de seguridad del centro comercial que me vigila constantemente, y me mira con una expresión como si fuera yo su progenitor natural que abandonó a su mamá, como si yo
tuviera tres cabezas y además seis dedos en vez de dos orejas.

El vigilante me mira como si fuese yo un sospechoso común o un delincuente potencial.

¿Es tan extraño sentarse a escribir en un moderno centro comercial?