lunes, 29 de junio de 2009

Ociosidad y agradecimiento

Disparates lanzados al azar, que tienen tanto poder como las pedradas que desde una barranca arroja un famélico enano al sol. Su única finalidad es matar el tiempo de la espera, mientras llega a suceder algo, lo que sea. Ríos de tinta desbordados en garabatos, sin ningún sentido, viles intentos para matar el tiempo. No hay frases sublimes, no hay datos interesantes ni exposición de sentimientos sinceros; es la belleza de una rosa seca y rota, abandonada en el rincón del desprecio. Absurdos como el vagón de tren sin paredes ni techo, oxidándose por culpa de la indiscriminante lluvia y calentándose con el popular sol. El sol de nuevo, y sin embargo es de noche. El reloj avanza, pero nunca tan rápido como cuando estoy con ella. La mente sigue fabricando tonterías y recuerda a Gary Cooper enseñando a Picasso cómo disparar un revólver. Llevo ya varios renglones sin decir realmente nada, la tinta se me acaba y la libreta, de la inmensa infamia dolorosa, también. Me asusta enfrentarme a la nueva libreta, ¿qué tendré yo para ella? Espero regresar al mundo de los cuentos, al de las pinturas urbanas instantáneas, a los matices de palabras. Me sobran personajes, pero me faltan historias. Se me acaba la hoja y me sobra tiempo, demasiado tiempo.
*
Y este blog llegó a las 10,000 vistas, demasiadas para letras que sólo han visto a lo más dos pares de ojos en su forma original. Gracias a quien lo ha leído y a quien lo sigue leyendo. Como dije no es una autobiografía, pero hay muchas cosas que he vivido en persona. Debe ser que de esas diezmil quizás muchas visitas hayan sido personas que han llegado buscando otra cosa, y yéndose sin encontrarla. Las etiquetas "sexo", "sexo en un bar", "pornografía" y "OVNI", son bastante truculentas, pero de eso he hablado. A nadie he engañado. Ahora me da más por leer que por escribir. Sigo sacando cosas del viejo baúl para ponerlas aquí (confieso que la breve historia del encuentro cercano fue escrita el mismo día en que la subí, pero eso no es común. Cuando me da por escribir algo, va a dar al sitio de la señorita Elania. En fin, sólo quiero agradecer a quienes han leído, y a quienes siguen leyendo; y muchas más gracias para quienes han dejado sus comentarios. Diezmil es mucho para una botella que flota en el oceáno de la electrónica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Disfruta las visitas, tienes un rincón interesante. Yo si bien lo descubrí hace poco, me paso de vez en cuando y me gusta. Es directo, es poético, tiene algo extraño que me atrae.

Espero leer mucho más.

Un abrazo ;)