Ya no me va. Ser el recuerdo de carne y hueso que necesitas cada que estás sola en compañía. No, ya no me va ser el perro sin correa que acude siempre a tus llamados, ni el niñero que cuida tu cordura en una cuna cuando sales a correr o a ser perseguida. Hoy dejaré de ser el esclavo del deseo insatisfecho; el títere de la belleza cruel y del desprecio. Declaro mi independencia y el no va más. Ya no me va. Estar en las noches solo mientras compartes otra cama. Ser tu ilusión mientras vives otras realidades. Ya no quiero alimentarme con las sobras de tu tiempo. Lo siento, ya no me va nada de esto. Ya no me va. Ser fiel a lo irrealizable, la construcción de quimeras en nubes de imposible, mientras dejo pasar tranvías que pudieran acercarme a la felicidad. Ya no me va. Montar de nuevo escenitas de celos, ni morirme de hambre ante las puertas del Cielo. Ser el blanco predilecto de tu negro odio por la humanidad. En serio, ya no me va. Ser el cazador de lobos en el condado de tu cadera, ni el mosquetero negado de tu entrepierna. No me va ser el que espera desquiciado en el quicio de tu puerta, inexorablemente atraído por tu belleza. Me hubiese gustado que las cosas tuvieran otro rumbo. Quizá mi error fue compartirte el timón. Ahora saltaré del navío antes del naufragio, contigo ya habido suficiente daño. Por eso me despido diciendo: “no va más”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario