Dejando de lado la apuesta por la resurrección, perdido como el niño que cazaba mariposas en el bosque denso, sin rumbo fijo, estás buscando cualquier puerta. La religión te mintió, como un llanto sin lágrimas, de mil profetas uno dice media verdad. Me gustaría decirte que hay un camino, pero estoy más perdido que tú. Los dados en el aire y César habla de la suerte, busquemos mejor arañas en el techo hasta que nos sorprenda la muerte, con una caja envuelta en papel azul. El abandono es frío como un beso al mármol, el rito desgastado ya no tiene nada que ofrecer. Cada vez más juntos y por dentro más alejados. El tiempo dejó sus peores huellas en tu cara. Una guitarra vuela mientras el mentiroso sonríe, y tú le crees sólo por la blancura de su dentadura. ¡Qué impostura! Yo me despido como cuando le decía adiós a papá. Todos terminaremos en el olvido. Te veo partir en el tren de tu decisión y yo me quedo limpiando la estación. El desfile de los seres grises carece de música, pero te absorbe aun contra tu voluntad. De cabeza en el precipicio de la duda te preguntas: ¿dónde está ahora lo que ayer fue certeza? Quizás mañana el cuarto se ilumine, quizás también tenga yo algo qué decir. El alcohol saca a flote muchas tonterías y verdades. El dolor cuando es muy intenso empieza a dejar de sentirse. Quemas tus diarios y borras tus recuerdos. Francamente querida, me importa un bledo. En el fondo ¿a quién pretendes engañar? La hoguera de las vanidades arde sin dar calor. Ya es tarde para creer en el amor. Está lista tu ropa blanca para la fiesta de lodo. Los dados vuelan y César habla de suerte, sé que podré olvidarte hasta que me sorprenda la muerte.
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