Perdido en la lluvia de cuervos, dejando de lado los dados cargados y los encargos dados. Perdido en mis ilusiones de falsedad, que preferí a lo real de las cosas, tratando de ganarme la amistad del ratón blanco para poder salir de ésta. Soñando que no era ella en quien soñaba, pensando que el error se cometió a pesar de la claridad, intentando recordar cómo se olvida, para no recordarla; así es como están las cosas flotando con gravedad. No me creo lo que dicen que dijeron las cartas, ni me creo lo que con luz tartamuda me dicen las estrellas fijas, no me creo las verdades que me digo, mucho menos creo ya en mis mentiras. Llorando como el niño pequeño, sin ganas y por mero compromiso; tratando de entender qué fue lo que no salió bien desde el inicio de los tiempos; haciendo como si la historia no hubiese sido un histeria, tratando de no compararme con ese ni con aquél. Queriendo recordar cómo se supone que era yo, imaginando el personaje que quise siempre ser; evitando demandarme a mí mismo por impostura; obviando las cosas que me enseñaron en la escuela. No me creo que la culpa haya sido sólo mía; ni me creo que ella deba cargar una cruz; esperando volver a toparme con el sentido de la libertad; así es como están las cosas flotando con gravedad.
miércoles, 23 de febrero de 2011
viernes, 18 de febrero de 2011
Fin
Ese destrozo desastroso que nos dejó destazados. La tormenta, a veces rápida, a veces lenta, que nos dejó vacíos y fríos, aunque ya muy (re)volcados estábamos para entonces. Sin crédito y sin credibilidad. Imposible intercabio de palabras. Final. El rencor pesaba más que el pesado pasado, convirtiéndose en un lastre aniquilador para el futuro. Los límites habían sido todos cruzados, y en esas cruzas se engendraron monstruos cada vez más feos. ¿Por qué si es lo mejor, se siente uno tan mal? Al fin nos comprendimos, se necesitó para ello más odio que cariño. El rosario de abusos fue demasiado, los rencores alcanzaron marcas mundiales. Hundimiento conjunto hasta el fondo del mar, más allá de donde llegó el capitán Nemo. Final. Golpes de todo tipo, los más dolorosos fueron aquellos que se llevan dentro. Los corazónes permanecieron mucho en el suelo. Sin funeral, pero se lleva el duelo. Las disculpas y perdones estaban demasiado desbordados como para ser aceptados. Las caras dobles cobraron factura. Jano jodido. El final. El mundo ahora me asusta, eché a perder mi gran conexión. Ahora floto en una soledad abrumadora, sin faro ni estrella. No es autocompasión, simplemente un abismal arrepentimiento. Cortado el cordón umbilical de la codependencia, siempre queda un sabor a extravío. No hay de otra que aprender a vivir de nuevo.
jueves, 3 de febrero de 2011
Gracias Dr. Luja
Una vida plena. Me demostraste con el ejemplo, antifariseo, que el éxito es personal y no tipificado masivo establecido. Al final, pasar por esta vida debe ser vivir y no ser una sombra gris. Vivir, como lo hiciste ‘a tu manera’. Al final algo queda, cuando el que vivió se va y la ausencia se resiente. No siempre te entendí, pero hice todo lo posible para respetarte. En la balanza de la imperfección natural, pesan más tus cualidades que los defectos que tuviste. Ahora sólo me entistece tu ausencia, pero me alegra que hayas cumplido tu ciclo, de manera tan completa. Parafraseando tu tango, 70 años son muchos, y nada a la vez; ahora probablemente no te veamos ‘volver’. No hay mucho que decir además de “gracias”. Si las cosas siguen después del último día, te deseo buen viaje, y hasta la vista. Te quiero.
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