El libro prohibido estaba escondido, tan oculto como el muerto que se robó las peras de San Agustín. Aunque la verdadera sabiduría está al alcance de todos, nadie le presta atención, pues estamos demasiado ocupados en otros negocios. Las estrellas fugaces siguen escape en el cielo, por desgracias solemos tener los ojos bien pegados al suelo. Los poetas prefieren hacer versos comerciales, pues ganan más cuando hacen odas a las bondades de los cereales. Cuando él tocó tu mano, creyó que estabas viva, pero llevas 10 años bien muerta, a pesar de que respiras. Todo esto debería preocuparme, y sin embargo me causa gracia. Aunque rara vez surge una noticia que altera mis costumbres y me vuelvo a sorprender, jamás me podré acostumbrar a la maldad. Nunca podré soportar el abuso y la ignorancia. Por eso cuando veas que estoy perdido, no te lo creas, es probable que me esté escapando, como estrella fallida.
1 comentario:
Palabra gastada pero que usaré porque va muy bien en este caso.
Sublime.
Un fuerte abrazo.
Andri
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