Convicción, más que eso: fe. Fe absoluta, de esa que es capaz de mover montañas de semillas de mostaza. Con fe todo es posible: levantar muertos de sus tumbas, no importa qué tan profundamente estén enterrados; tener hijos desobedientes que terminan obedeciendo y aceptando la herencia paterna; pasar agujas y camellos a través de los ojos. Con la fe todo es posible. Ya lo demostró un profeta, no recuerdo el nombre, ¿Isaías, Daniel, Zacarías, Ezequiel, Gabriel?, el nombre es lo de menos, pues lo que importa es el acto de fe. Ese profeta que se metió en una jaula llena de leones hambrientos, fueron los romanos los que le metieron allí. Los leones no le hicieron nada a este profeta. Dios les ordenó que no se lo comieran porque él tuvo fe. Dios se manifestó allí porque el profeta tuvo fe. Los profetas no son escuchados por los hombres de su tiempo. Y los hombres de este tiempo no creen ya en Dios. Han perdido la fe que los antiguos atesoraban como lo más valioso. Es necesario demostrar el poder de Dios. Es necesario que los hombres vuelvan a creer en su creador. Por eso entraré en la jaula de los leones en el zoo. Atacarían a cualquier intruso, pero no a mí, porque tengo fe. Por eso les invito a que estén atentos, que esta semana tengan preparados a sus reporteros cerca de la jaula de los leones. No traten de impedirlo, pues perderán una gran oportunidad, la de ser el medio que muestra al mundo el poder de Dios. Si intentan impedirlo, lo sabré y entonces haré otro intento, en otro lugar, pero ya no les avisaré a ustedes. No pierdan esta oportunidad.
Zacarías
Domingo a medio día. Hacía una semana que la cadena de televisión montaba una discreta guardia en el zoo. Puntuales desde el día en que recibieron una extraña carta que habían mantenido en absoluto secreto. No fue necesario dar explicaciones a nadie, ellos ‘eran la televisión’, y la televisión cuestiona, pero jamás es cuestionada.
El equipo de producción estaba a punto de creer que todo había sido una broma, pero la situación cambió súbitamente cuando un tipo de unos 30 años de edad se acercó sospechosamente a la protección del foso de los leones y comenzó a gritar “Sean testigos de la Gloria del Señor”, para de inmediato arrojarse a los leones (literalmente).
El camarógrafo, siempre atento y preparado, registró todo. Culminando en la única gloria que el tal Zacarías demostró: Dios creó a todos los seres, y algunos de ellos los dotó de una voracidad asombrosa; pues las bestias molestas por haber sido interrumpidas en su sueño, tan cercano el momento de su alimentación, no sólo atacaron al moderno remedo de profeta, sino que lo devoraron por completo.
El suceso fue todo un éxito. El rating de la cadena televisiva se disparó a los cielos donde dicen que habita Dios. Todo mundo vio una y otra vez a los leones devorando a un tipo, incluso lo vieron aquellos que criticaron a la cadena por transmitir semejante hecho. Todo mundo emitió su opinión.
Hubo personas que dijeron que Zacarías fue simplemente un loco. Los creyentes se dividieron en dos opiniones: quienes decían que el tipo no tuvo la fe suficiente, motivo por el cual fue devorado, y los que juzgaron que Zacarías se lo buscó por tentar a Dios. La gente, como de costumbre, no logró ponerse de acuerdo.
Hoy, que todos han olvidado a Zacarías, los leones siguen siendo el centro de una controversia que el fallido profeta desató: “¿El director del zoo está alimentando bien a los animales o se está robando el dinero destinado a ese fin?” Si lo vemos desde ese punto, el sacrificio no fue en vano.