La ancianita con su hija no tan vieja, ésta llevando el paso bien aprendido de aquella. Con sus alas bien cortadas al paso de los años, desde el día en que intentó volar un poco; ahora no tiene más objetivo en la vida que envejecer con su ancianita madre. El bebedor de martes a domingo, quien para curar la resaca decide beber también los lunes, soñó un día que volaba, pero por fortuna descubrió oportunamente que le teme a las alturas. El puntual hombre de 9 am a 7 pm, que por lo regular se quedaba trabajando hasta las 10:45 pm, recibe de la empresa una placa de latón con su nombre, en agradecimiento a sus 35 años de estar plantado en el mismo lugar, viendo desfilar como directores a los parientes del dueño. El policía con un balazo en el ojo, lanzó su último suspiro interrogante hacia el mar de las dudas, en su botella iba flotando el mensaje de “’qué hice mal si hice lo que me dijeron que hiciera?” Su comandante sólo se encogió de hombros tras el deceso, mientras se guardaba el corrompido dinero en el bolsillo y elegía tranquilamente al sucesor del muerto. El chico de secundaria, de esforzadas calificaciones perfectas, no pudo soportar un siete en recreo ni que su pretendida Julieta le dijera que no. Llegó a casa cabizbajo y esperó a que mamá se fuera al mercado, luego de quitarse el cinturón, con él de una viga quedó colgado, por última vez. Y sin embargo el mundo no es tan feo.
1 comentario:
Claro a pesar...
No es tan feo?¿??
Besos.
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