En la calle una anciana discute sola en voz alta a las 8 de la mañana, afuera de una tienda departamental que abrirá sus puertas hasta las 11. Los que se dirigen a sus trabajos la ignoran como si la escandalosa vieja fuera parte del acostumbrado decorado. Ella es sólo un boceto para mí. Cerca de allí alguien permanece encerrado en una oficina, y como la anciana, discute solo, pero en silencio, se pregunta qué le deparará el futuro, pues su vida no ha sido lo que él esperaba. La anciana en su locura es más cuerda que el oficinista desesperado. Ella aceptó su situación hace muchísimo tiempo y ahora sólo flota en la vida. Comentándose a sí misma sus recuerdos fabricados y sin pensar en el día de mañana, ni en un mejor porvenir. Ambos son sólo un boceto para mí. La joven mediocre consiguió un trabajo en la lavandería, donde pasa 10 horas diarias ante un televisor a todo volumen, que todos los días muestra lo mismo, pero con distintas imágenes. Ella también es sólo un boceto. La tienda abre sus puertas, la anciana sigue discutiendo y entra, el oficinista sigue frustrado y la joven mira TV. Yo entro a comprar comida. Yo soy sólo un boceto también.
1 comentario:
También eres el dibujante que cierra el cuaderno, se levanta de la banqueta y sigue caminando, mira al oficinista, a la anciana, a la joven, se mira a él mismo y dibuja algo menos.
Puedes ser el dibujante que cierre el cuaderno y se de cuenta de que por más ideas que tengamos, también hay belleza en lo que nos rodea, donde a nosotros nos dibujaron.
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