jueves, 12 de diciembre de 2019

Extravío

El Paraíso se perdió como la cabaña de un Tío Mango o el Teatro Roxy. La inocencia se pierde como se extravían la virginidad y algunas calcetas: con o sin explicación aparente.

Hay padres y madres de quienes ya no se sabe más, progenitores que salen por cigarrillos y no regresan a casa ni siquiera para fumar su compra.

Las buenas intenciones son de las cosas que se pierden con mayor rapidez, igual que las palabras zalameras de quien ruega, tan pronto obtiene lo que solicita.

Se pierden memorias e imágenes. Todo aquello que grabaste para la posteridad, con dispositivos que la tecnología supera, se borra en el olvido total.

Hay jóvenes, niños y niñas, cuyas existencias se desvanecen sin explicación en sistemas totalitarios, regímenes criminales o democracias de lobos con piel de oveja. Jamás los volvemos a ver.

La vida nunca pierde su sentido, simplemente porque jamás lo ha tenido; pero tu nombre y el mío sí que se perderán en el infinito.

Se pierden apuestas, leyes y reglas. No importa que algo te importe mucho, al parecer todo regresa a un inicio, que a su vez es final de algo.

Somos parte de una serpiente universal, o multiversal, que se alimenta de su propia cola, representación casi perfecta del extravío total.

Como ya te dije, todo vuelve a iniciar, quizás de una manera distinta, quizás igual. Todo es confusión, y el orden es sólo un ideal.

Nos perdemos, con constancia pasmosa, de nuevo en un "para siempre", que a su vez se extravía eternamente.

Fuimos polvo, y seremos polvo, partículas de algo que fue, pero como si no hubiese existido. Por eso carpe diem y que siga el olvido.

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