Es probable que haya llegado el momento de renunciar a plasmar en palabras mis pensamientos. Eso se siente siempre que no se tiene nada que decir. La inspiración llega de sorpresa y antes de que me dicte algo digno, se escapa furtivamente y a lo lejos me lanza carcajadas. Es como un ladrón escapista bromista. Hace poco me vi buscando inspiración en mis escritos viejos, esa acción es una lápida para la creatividad. Como el ser que se alimenta de cadáveres o el ex-presidente que contempla sus irrecuperables glorias; aunque yo cadáveres mejor de lejos y glorias sólo las de oblea. El alcohol y algunas sustancias sólo me inspiran pereza o un idiotismo imposible de plasmar en papel (como no sea en papel higiénico). Traté de buscar respuestas en la historia y sólo descubrí que el presente es la misma confusión perpetua. El tiempo es un perpetuo eco de momentos. Es curioso que cuando pensé que podría ser bueno en algo, ese algo se me niega repentinamente para transformarse en otra sombra. Ya no tengo ánimos para descifrar el código, para esclarecer la confusión, retratar la realidad, mofarme del humorismo involuntario, atrapar la poesía o lograr la permanencia. Por eso pondré el piloto automático y me relajaré por lo que resta del viaje. Supongo que era de esperarse en este mundo de lo finito. Pensar en otra cosa es mera soberbia.
1 comentario:
¿Cierras el blog? La verdad es que yo dejé hace ya un tiempo depender de la inspiración. Hay una frase de Edison que me ha ayudado mucho en lo que quiero y propone lo siguiente:
1% de inspiración
99% de dedicación
Si eres persistente, las cosas salen. Al menos me ha ayudado a escribir algunas cosas y hacer otras tantas.
Espero que encuentres tu motivo de escribir. Un abrazo
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