Alguien me dijo alguna vez que no somos más que hojas otoñales a merced de un furioso río, que los tesoros se ocultan de aquellos que afanosamente destruyen su sentido; yo aún espero que haya control y que encuentres el tesoro tarde o temprano, que pase lo que deba pasar, pero que pase pronto lo amargo. Una luz al final del laberinto, palabras de aliento para el que desfallece, futuro seguro para cualquier niño y aniquilación de los líderes dementes. Alguien me confió ayer que los colores sólo existen cuando hay ojos que los perciben, lo mismo sucede con los prejuicios y con las viejas ideas que aún escribes. El nuevo día se acerca poco a poco y, sin que lo hayamos notado, todo nos pasará a nosotros, con seguridad tarde o temprano. También encontré a uno que temía a la soledad absoluta dentro de un palacio construido con indiferencia. Para evitar eso, querido amigo, no hay más remedio que fomentar la paciencia. El cielo gris algún día volverá a su viejo tono azulado. Yo sigo esperando que esto suceda tarde o temprano. La dulce María descubrió que compartía su nombre con multitudes diferentes entre sí. Notó que ella misma no era quien creía ser y que nunca fue realmente feliz. Llegará el día en que la confusión será sólo un recuerdo casi olvidado, pues tengo la seguridad de que eso pasará tarde o temprano.
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