viernes, 29 de enero de 2010

Fin de la línea y renuncia al circo.

Tiempo de apearse, aprece que ya no hay más estaciones y van a limpiar el tren. El circo seguirá dando funciones, pero sin mí. Ni pinche falta que le hago. No quiero ser ni el domador ni la fiera domada, no quiero ser el payaso ni el amarrado. Renuncio a ser el blanco de dagas y a arrojarlas. No más trapecio ni cuerda floja, que otros se rompan la madre o que lo hagan con una vocación que obviamente yo no tengo (aunque tardé muchísimo en aceptarlo). Culparía a la adivina gitana de la bola del cristal opaco y a sus jodidos presagios, pero no. No se culpe a nadie de mi suerte.

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