No puedo evitar preguntarme: ¿y qué tal si lo nuestro tiene el mismo final trágico de mis anteriores experiencias?
Todas mal, siempre mal.
Nada indica realmente que ahora vaya ser de otra manera. Lo más probable es que se trate de la misma historia con escenarios distintos. El mismo papel femenino, interpretado por una nueva protagonista.
En lo que se refiere a las relaciones sentimentales, parece que tengo el toque inverso de Midas. Aquellas que eran malas, conmigo terminaron siendo peores, y las mejores, en mí descubrieron cómo ser villanas.
Las dudas son las vitaminas de la fe, y quizás por ellas sigo esperando algo bueno contigo.
Presiento que eres la correcta.
Aunque, honestamente, siempre sentí lo mismo con cada mujer de quien me enamoré. Percibo, a pesar de todo, que eres distinta, además de ser auténtica y sincera.
Esta vez, nada puede salir mal.
Aunque, ahora que lo menciono, siempre todas fueron auténticas y sinceras. Mentiría yo si dijese lo contrario.
Pero contigo siento algo diferente: la confianza mutua es enorme, podemos hablar de todo sin problemas, aun cuando no coincidimos por completo. Diría que las diferencias nos alimentan.
Claro que, ahora que lo recuerdo, eso mismo sentí al principio con mis parejas anteriores. Las confesiones y las charlas inocentes se transformaron en arenas movedizas de crítica y recriminación, donde se fue ahogando la confianza.
Esto del amor me resulta como un juego de dados recargados... en mi contra, claro está.
Ya estoy lo suficientemente viejo, y no comprendo para qué siquiera lo intento otra vez.
Pero por alguna razón aquí estoy, armado de paciencia y fe, con la mejor disposición para intentarlo de nuevo.
Creyendo en ti.
Ojalá esta vez no se trate de abordar la nave que va directo al hundimiento o subirme al dirigible que volará, pero en pedazos. No, creo que no. Creo que esta vez vamos en el camino correcto, aunque...
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