Ayer en menos de una hora tres vagabundos me hicieron pensar en muchas cosas. Uno estaba sentado en la banqueta, con los pantalones recogidos hasta las rodillas, contando sin parar los extremos de sus agujetas; el total siempre le daba cuatro, sin importar qué tanto se esforzara en lo contrario. El segundo estaba en un parque, en donde no había niños, hablando en voz alta consigo mismo, o igual estaba charlando con Dios. El tercero iba conduciendo mi automóvil. Pero esta mañana vi a un vagabundo aún cuerdo. Él estaba de pie en la banqueta, observando con cierta nostalgia el aparador de una tienda de antigüedades en una exclusiva zona residencial. Si tú fueras el vagabundo, en el interior de la tienda hubieras visto un viejo comedor decorado con los más disímbolos vejestorios. Un busto dorado de un egocéntrico Napoleón que cejijunto observaba una réplica del teocéntrico Moisés que alguna vez esculpió Miguel Ángel. Entre ellos había un candelabro que no hubiese nunca estado fuera de lugar sobre el piano de Liberace. En las paredes, marcos rococó delimitaban pinturas: la última cena de Da Vinci (bueno fue de Cristo en realidad, sólo que Leonardo la pintó) compartiendo pared con la persistencia de la memoria de Dalí, opacada un poco por los girasoles de su vecina pintada por Van Gogh. Cabe señalar que el vagabundo conservaba un porte digno y quizás lo que realmente observaba en el aparador eran recuerdos descontrolados no muy remotos. Quizás su vida cambió radicalmente hacía no mucho tiempo, con alguna crisis mundial, y él tuvo hasta entonces un comedor similar, ahora ya irrecuperable para él. Aún recordaba. ¿Cuánto tardará en olvidar todo y ponerse a contar sus agujetas o a hablar con alguien imaginario? No lo sé, ¿cuánto tardaré yo en echar de menos un comedor?
2 comentarios:
Propicio para estas días, verdad?
En ellos hay sabiduria, algo de locos, algo de poetas, algo que no todos lo pueden ver con simple mirada.
Besos.
Te devuelvo la visita a mi blog.
Gracias.
Me ha gustado tu post, los vagabundos tienen una historia tras de sí que siempre me ha parecido interesante, a la par que valiente.
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