Los ojos fijos en el lado equivocado, deseando lo que NO se puede tener, y teniendo sólo para llenar el vacío. Cometiendo injusticias, alimentando ilusiones mal acuñadas; sólo para mantener el ego ocupado. Pagando las culpas al mismo tiempo que las cometemos, comiendo corazones que no nos importan para tratar de alcanzar los que nos son negados. Escalones palpitantes que de manera innoble pisamos. Ignoro si con el tiempo todo esto disminuirá o si tendrá fin; mientras tanto nos comunicamos con nuestros propios ecos, añorando lo que no nos pertenecerá. Esperamos mientras hacemos que alguien más pierda la esperanza. La edad en sí misma no da sabiduría y por lo general nos hace más idiotas. La universidad de la vida se paga lamentablemente con experiencias dolorosas y, peor aún, ahí no se tienen vacaciones. Ensueños de castillos con torres de marfil, finales rosas y protagonistas ideales; sueños que al despertar con el frío balde de la realidad se convierten en amarguras. El viento viene y va, los años se quedan, la arena se acaba y pronto seremos Tierra. Tiempo hay para recapacitar, pero a nadie parece servirle la razón cuando el corazón se ata a un capricho. Quizá el desperdicio es el verdadero motor de nuestras vidas y de nuevo en el mismo punto del círculo.
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