El violinista del Titanic, tocando el vals triste con el agua al cuello. No es resignación, quizás el capitán que se hunde con su barco impone el ejemplo, con acciones, no con palabras. Aun así abordo viajaban felices fariseos. De menos el barco ya está limpio porque las ratas lo abandonaron primero, antes que las damas y los niños, por supuesto. Sálvese quien pueda. Gritos y atropellos, todo a voz de cuello, menos los llantos del muñeco de ventrílocuo, tan vacío, con la mandíbula caída por la sorpresa. El vals sigue sonando. El iceberg es tan grande que aún rodeándolo te rompe. Burbujitas bajo el mar y la sirenita está petrificada en un país del Norte de Europa. Soñé que me tomaba vitaminas y que Ponce de León me daba el secreto de su fuente, todo en vano ya, porque el barco se hunde inexorablemente. Y el vals se sigue escuchando. Las dificultades en las relaciones entre hombres y mujeres no son cuestiones de género, sino de especie, somos más iguales que lo que queremos aceptar. No son de Venus, no somos de Marte, somos nacidos en el mismo Cielo y colaboramos para construir un mismo Infierno. El juego parece consistir en no dejar que te rompan el corazón, para eso debes ocultar tu mano,que arroja piedras, poner cara de jugador de Póker y tener boca de poeta creíble, pero no hay amor verdadero a mis ojos si no existe la honestidad y dejas de lado el juego.Contradicción contraindicada pero seguida por casi muchos. No hay amor si uno no se quita la coraza y se expone. Honesto al 100%. Se sigue oyendo el vals. Pero de repente, al notar que algo es seguro, parece que el interés se pierde. Se termina la cacería, se rompe el encanto y a otro lado con el circo. El iceberg rompe el casco, las ratas hacen lo que se espera de ellas, no pueden fallar, es su naturaleza. Y el violinista sigue tocando.
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