Es curioso cómo una niña natural puede convertirse en un intento de cruel vampiresa (o digamos en adicta al juego del flirteo). ¿Cómo es que un soñador se transforma en un insomne desilusionado y cómo es que un amargado puede convertirse en un tipo que vive cada día como si fuese el último de su tía? Son misterios cuya respuesta está muy lejana a mi poco entendimiento, y por ello seguirán siendo tan incomprensibles para mí como la música digitalizada o las ondas de televisión. Por eso no debe sorprenderte que me enamore de la persona equivocada o si soy el ideal equivocado de una enamorada. ¿La primera me querría si yo no le hiciera caso? ¿La segunda me dejaría de querer en el momento en que yo la quisiera? No lo sé, el caso es que la situación no es así. Y aquí estoy, tratando de plasmar confusiones en un papel. Alguien piensa que soy el padre de la teoría de la negatividad, pero hay más negativos que yo en este mundo. Yo sólo apunto al absurdo, no me quejo, ya no tengo ánimos para ello, pero tampoco tengo la indiferencia suficiente para cruzarme de brazos y no sentir ni mirar nada. Ahora sólo existo cartesianamente en base a mis dudas. Sólo observo mientras voy perdiendo mi capacidad de narrar. Yo es otro, y ya no encuentro al que fui. ¿Soy un desenfocado reflejo de mi ayer? No sé por qué sigo diciendo cosas igual y sin sentido, o quizá más coherentes que antes. A lo mejor (o a lo peor) mi sueño ya tiene horarios y soy como la mayoría. Igual y ya me perdí y no existe el semejante que me cure. Si alguna vez brillé, me eclipsó una luz mucho mayor, o de plano me tragó la oscuridad. No lo sé. Estoy como para tocar el Blues de la vaca enfaldada, pero nunca dominé la guitarra. Después de todo esto ¿en dónde quedé yo?
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