En los cambios de persona siempre hay engaños, en el fondo siempre serás lo mismo. Aunque la mona se vista, aunque la mona se desnude, el nudo del corazón, el cobre del alma, siguen allí. A veces puedes no estar, aunque aparentemente estés; otras veces puedes estar presente y permanecer, pero no serás nada mientras no te hayas encontrado a ti. Podrás flotar, pero la deriva deja de ser divertida después de cierto tiempo. Sólo queda regresar a algún lugar o despedirse como Sputnik en alguna órbita olvidada e ir a dar con tu chatarra en el vacío espacial, diseñado para los que no tienen nada de especiales. En el extravío perpetuo el libro de la muerte de los faraones termina siendo una entretenida ficción.
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