sábado, 19 de julio de 2008

Mujeres

Recorta ahora tus propios cabellos, Dalila, pues las columnas ya nada sostienen. A pesar del sol, entre sombras caminamos y las profecías sólo se entienden una vez sucedidos los eventos vaticinados. Aguanta la respiración Ofelia, no tenemos que apresurar lo que está a la distancia de una vuelta de segundero. En la noche perpetua del ladrón creemos que lo único constante es el cambio, pero detrás de las notas y los colores todo es siempre igual. Nada puede protegernos de la lluvia de piedras Magdalena, esas que lanzan los que se creen libres de cúpulas; por eso piénsalo bien antes de lavarle los pies. Cada quien tendrá siempre sus propias visiones, y cada quién será inconsistente consigo dependiendo del tiempo, ¿cómo esperas Judith que estemos todos de acuerdo? No es negativismo pesimista, sino un intento por depurar las presiones que impiden concentrarse en lo único garantizado, porque el resto, como le dijeron a la reina de Saba, es pura vanidad. Y Salomé seguirá bailando.

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