Miro al cielo gris, cargado de nubes amenazantes que suelen cumplir sus promesas; pero aunque el cielo estuviera despejado mi vida sería de todas maneras un desastre gris, porque no estás tú. Sonrío, de manera automática, porque no hay ninguna gracia; pues la gracia suprema sólo tiene sentido cuando estoy feliz, y sólo estoy completamente feliz a tu lado. Únicamente cuando estás lejos, es que la distancia tiene significado para mí, un dignificado que sobrepasa al del diccionario y duele como las agujas que atacan al que no es faquir. Mi sinrazón sólo tiene encanto cuando hablo contigo. Espero que no pasemos otra vida separados, ignorándonos mutuamente o sometidos por el compromiso. Ojalá que la añoranza no sea la constante que cobije los días que me restan, deseando por siempre que estuvieras aquí. Miro al cielo y realmente el sol es inclemente y directo, pero me resulta opaco y frío, pues para mí no hay nada tan luminoso como tú.
sábado, 26 de julio de 2008
Tu ausencia (¿o la mía?)
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