miércoles, 12 de noviembre de 2008

Estampa callejera

La Justicia con ojos de lince, a la que nada se le escapa, descubrió que su balanza está rota y se inclina hacia donde hay oro. El Chaplin posmoderno hace malabares en la esquina al son del violinista sin empleo que de vez en cuando, bajo un árbol, corta el pelo. Un Romeo solitario contempla los pedazos de su corazón, como reliquias, en la puerta de salida del teatro por donde vio entrar sola a su Julieta, para después verla salir muy bien acompañada, por un tipo sin caballerosidad a pesar de su buen porte. El más corrupto llega a la cima y se divierte viendo la lluvia de gente que quiso también escalar. Sus bufones son los mil gusanos que lo admiran ignorando su triste futuro, tanto el de ellos como el del rey en turno. Hay cosas que no se pueden conseguir aunque tengas todo el poder en tus manos, así como hay cosas que no se pueden ocultar aunque uno crea estar solo y abandonado. Un payaso con un niño aturdido con drogas que hace pasar como su propio hijo, recibirá mañana menos monedas que las que recibió ayer; mientras tú te vas pareciendo cada vez más a tus padres. Quien llora como Magdalena jamás podrá pagar todo lo que debe, si sus deudas ascienden a veinte veces más que lo que tiene. Los nuevos Judas no piden monedas, ahora hacen lo que hacen, incluyendo traiciones a plena luz, por puro amor al arte, mientras la reina de papel se mueve ofreciendo todo aquello que crees que siempre soñaste. El anciano que habla solo mientras barre las calles prefiere simular que no sabe nada de esto. En realidad todo lo sabe aquel que es más grande que nosotros, pero nos negamos a creerlo y él decide no hacerse notar… tanto.

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