sábado, 22 de noviembre de 2008

Carta cartesiana tras una persiana persa

“Sé que es imposible que me quieras y sé que tu amor para mí fue sólo un sueño, del que tuve que despertar desesperado, cuando comenzamos a hablar de dinero. Sé que te necesité como el agua y como el aire, sé que para ti fui un verdadero don nadie. Ahora debo empezar a acostumbrarme, congraciarme con la soledad que por ti abandoné. No fui bueno y tampoco fuiste del todo mala, no fui un villano y tampoco personificaste la bondad. Ahora no sé ni quiénes somos, me la vivo recogiendo trozos de recuerdos. Sólo veo un completo desconocido cuando me miro en el espejo. ¿Qué fue lo que pasó si nos queríamos tanto?”

Atentamente,

El dubitativo aspirante a pasivo, cartesiano, que no existe mientras no se pregunta nada.

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