El auto de neón que materializaba tus sueños lo dibujaste junto a una presidencia municipal sin ventanas, mientras en tu mente se proyectaban viejas escenas de Casablanca. Eso era tu vida, películas y sueños de neón. Príncipes sin rostro y rostros de padres potenciales, esos eran tus ideales que ninguna escalera al cielo podría alcanzar. Confundida entres las adúlteras sin amor, con abrigos de curiosidad, tuviste suerte de nacer aquí, eso te salvó de ser blanco de manos con piedras. No puedo decir si esto está bien o está mal, eso puede que lo descubramos ambos si es que existe el más allá. Sacan el palacio de la esperanza a la calle para que algún vagabundo sueñe con él. No hay de dónde agarrarse, ni de dónde sostenerse; si hasta Greta Garbo se desgarbó por la vejez ¿qué podemos esperar nosotros? El ruedo está vacío y ya no quedan toros, sólo bailarines de flamenco que te emulan, contorsionándose de acuerdo a las circunstancias circenses. La vela se apaga y la pluma se queda sin palabras. Es tiempo de que nuestro camino se bifurque sin que sepamos si nos volveremos a encontrar; eso lo sabemos los dos, como siempre en su momento.
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