viernes, 14 de agosto de 2009

ad náuseam

Náusea. Tripas revueltas por la tormenta. Subir y bajar, el mar intranquilo, sin puerto. A veces llega uno a la playa y todo bonito (hasta casi aprende uno a nadar) pero de nuevo llegan los nubarrones y ahí vamos. Montaña rusa existencial, que coquetea con la ruleta de la misma nacionalidad. Se pide tregua y se obtiene más guerra. Siempre igual. Nunca en el mismo canal. Se propone como solución la indiferencia, mayor absurdo que el actual. No hay arca de Noé, sólo animales naufragando a la deriva. Tan soberbios, tan malditos en su autoimpuesta elevación. El pecado, si es que existe algo así, fue trepar al otro en un nicho, que se quemó hasta el carbón por culpa de una vela vomitiva. Ya nada está claro. En la tormenta el cielo se confunde con los abismos del océano. S.O.S. ESO Es todo (enemigos).

1 comentario:

Anónimo dijo...

De cierta forma puedo decir que entiendo la sensación de querer 'vomitar' todo o sentir náuseas por una realidad indeseada. Como siempre, un buen texto (este me gustó mucho), ;) muchos saludos.

Hayata!