viernes, 26 de septiembre de 2008

Madurez

La mayor parte del tiempo la gente está muy ocupada como para hacer caso a sus sueños (no se diga para esforzarse en hacer realidad sus ilusiones). La escuela nos enseña a ser productivos y nos corrige esas infantiles ansias de querer caminar sobre las nubes. Nos forma y nos hace prácticos para terminar ansiando el éxito masivo que se nos inculca. Pero de repente volcamos nuestra admiración hacia aquellos que, habiendo dejado de ser niños cronológicamente, nos cuentan que saben caminar sobre las nubes. Ellos se convierten en el recuerdo materializado de lo que soñamos alguna vez; y nosotros, para justificar la frustración, nos autoengañamos diciéndonos que esas personas son muy especiales, que tienen un don y que son genios. El don creo que lo tenemos todos, pero estamos demasiado ocupados como para hacer caso a eso.

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