miércoles, 24 de septiembre de 2008

Un mundo feo

Con el poder de las flores despreciadas, a 110 kilómetros por hora, el mismo día en que un mercenario se convirtió en santo con todo el descaro, te busqué donde siempre y sólo encontré una calle demasiado reconocida y muchos rostros borrosos en la TV, mientras alguien me intentó vender la foto de la mujer que no estaba allí, un vil fantasma de la ópera anémica, quien por un amor impropio intentó hacer gargarismos con ácido. 22 tipos perseguían un balón y yo escribía con sangre, que por inmadura no es azul y por indolente no es negra. He omitido muchas cosas que pasaron en tu ausencia, pero para qué hablar del que amenazó con tirar a su hijo desde el alto edificio o del cincuentón que mató a sus padres con pedazos de silla porque éstos, sordomudos, le confesaron a gritos de manotazos que él era adoptado. El mundo ya es muy feo sin que tenga que mencionar lo que sucede en él, pero es horrendo en tu ausencia.

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