El deseo arde como la leña en el fuego, pero la fogata está a gran distancia. Te encuentras en donde está mi hogar, mi pertenencia, y yo ajeno en el extranjero. Aquí se respira destrucción bajo el orden obligado, sólo por hacer dinero me desterré. Los muertos son como raíces podridas y el fruto aquí es el oro a crédito y todo lo que se puede comprar con él, lo demás es lo de menos. La pureza presumida es una mezcla engañada, la princesa dormida no despierta con un simple beso. El tiempo se hace odioso, pasa lento en apariencia, pero deja su carga de decadencia en mi cuerpo. Enfermo con salud, así me siento. Vacío en la abundancia. Que triste lamento. Lo perdido no podrá recuperarse, el destino seguro nos tiene guardado un final macabro y sigo pensando que de habérnoslo propuesto lo pudimos cambiar. Los caminos llegaron todos no a Roma, sino a un callejón sin salida. La próxima parada puede que sea otro infierno.
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