“¿Es posible ser un vaquero sin vacas?”, se preguntó el cowboy cuando de su rancho se llevaron sus animales para sembrar soya. “¿Acaso puede existir un banquero sin banco?”, se decía el cajero cuando las finanzas se guardaban en su computadora. “¿Tiene razón de ser un escritor cuando ya nadie lee?”, expresaba el autor con nostalgia mientras observaba una quema de libros. “¿Vale la pena estudiar cuando parece no haber futuro?”, lloraba la linda joven en tanto tiraba sus apuntes a manera de rendición. “¿Existe realmente un altruista que no quiera ser alumbrado por reflectores?”, cuestionaba el filántropo famoso ante las multitudes. “¿Hay acaso médicos cuyo objetivo sea realmente la salud para la humanidad?”, pensó con rapidez una doctora en lo que elegía le palo de golf para su siguiente tiro. “¿Habrá realmente riqueza cuando los pobres conformen la totalidad?”, se dijo el empresario cuyo principal pasatiempo era contar su dinero. “¿Hay razón en pensar en un mundo regido sólo por absurdos?”, escribió el filósofo antes de irse a dormir para poder escapar de la realidad. “¿Es suficiente orar para que exista un Dios?”, dudaba el sacerdote mientras impartía mecánicamente la comunión. “¿Existen derechos humanos aún para aquellos que se comportan como bestias?”, clamaba un hombre victimado por la brutalidad al servicio del poder. “¿Es acaso quejarse el primer paso para el cambio real?”, me pregunto yo y con esto pretendo acabar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario