El Principito dijo: “Tírate un pedazo”, pero por allí no había afortunadamente ni pilotos desestufados, ni culebras, ni corderos, y nosotros no podemos sino especular a quién iba dirigida la frase. Pudo haber sido dicha a Juan el autodescuartizador pidiéndole que se arrancara uno de los tres dedos que aún le quedaban. A lo mejor, o lo peor, se lo dijo a Romualdo el gaseoso, quien se alimentaba de pura comida almidonada y leguminosas, sin mencionar que presumía de ejecutar completa la Quinta sinfonía de Beethoven con puras flatulencias, aunque cuando se sentía romántico, el eólico señor prefería interpretar el Claro de luna. Quizá el Principito se lo dijo a Pedro Porras, un violento boxeador de un planeta iracundo y rojo, que se divertía aplicando el KO a beodos que medían más de 1.90 de circunferencia. Pero sospecho que se lo dijo a Gabriela Corona, famosa en todos los planetas por su fealdad, cuando ella moría de deseos carnales e iba rumbo al planeta de la buena fiesta, donde por desayuno se consumen grandes cantidades de vodka, para la comida se bebe mucho tequila, y para la noche se toma todo el alcohol industrial que se puede ingerir. Todo para que el borracho sin suerte despertara a la mañana siguiente en el mismo lecho que Gabriela Corona, escarmentando hasta el alma por su desvarío. Lo único que sé de cierto es que el Principito dijo: “Tírate un pedazo”.
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