miércoles, 11 de febrero de 2009
San Valentín
San Valentín, y lo digo sin cobardía, no es en lo absoluto mi día. Demasiados globos, regalos y comidas, demasiados corazones y el mío ya no sirve muy bien. No es amargura, es que siempre me ha sabido a farsa y me disgusta el reproche indirecto que le hacen a quien vive en soledad. No soy bueno en el juego, y tampoco en el amor, por eso no apuesto y por eso me invento historias para cuando estoy solo. Demasiado comercio, pero no lo digo por ardor, que más me arden las victorias que por no saber conservar perdí. En fin, de mí esperan originalidad y al final que sea como cualquiera, como los demás. Demasiadas flores y ositos de peluche, demasiados dulces e infiernos para diabéticos. Ay que dramático suena esto, pero el 14 de febrero no me gusta desde antes que fuera consciente de lo que significa querer. Demasiada mala suerte que tiendo a romper lo que ya estaba quebrado pocos días antes del día del amor, por más vendido que sea; pues que así sea.
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