martes, 17 de febrero de 2009

Prohibido soñar

El dictador indescriptible invadió de nuevo el país de mis sueños, y quejándose con el cocinero lesionado lanzó un nuevo edicto: “Razón exigida en los ensueños de aquí en adelante”, y a partir de entonces ya no hubo lugar dónde reposar. Las matemáticas marcianas asentaron su imperio en mis horas. El tiempo se midió en quincenas estrictas. Las palabras sólo fueron un productivo medio de comunicación y el mago asombroso se quedó sin chistera y sin conejos. Ahora sólo camino para desplazarme, mis secretos carecen ya de derechos de autor. La música es un producto más en un mercado saturado, y todo porque el dictador dijo que ya no se puede soñar. Quería comer y ahora lo hago tres veces al día. Quería amor y no supe qué hacer con él cuando lo tuve. El que esté libre de pescado que arroje el primer cangrejo. Ahora dormir es algo tan insulso como trabajar. El mundo es plano sin importar qué dijo Colón, y aunque me fuera mejor no volvería a empezar. Miro al cielo y no pido ni sol ni lluvia, así me ha pasado desde el día en que se prohibió soñar.

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