domingo, 1 de marzo de 2009

Los hermanos Bloco

Cuenta la leyenda, y lamentablemente las leyendas casi nunca pasan las pruebas que la estricta ciencia con su cara larga les hace, que los hermanos Bloco viven juntos en una casona simplemente para presumir que tienen un techo sobre sus calvas cabezas y para no dejarle al otro hermano el derecho de adjudicarse la propiedad. Dicen que esa era la razón por la que ninguno de los dos quiere abandonar la gran casa que su madre les heredó cuando murió. Como buitres testarudos, ansiando que el otro muera, los hermanos Bloco llegaron a convertirse en un par de ancianos amargados, moribundos y pensionados, por el circo estático, al que se fugaron cuando niños, abandonando a su madre, para trabajar en la carpa perpetua que estaba justo enfrente de la casa materna. Ahora se pasan la vida sentados, uno frente al otro, en sendas mecedoras, esperando la llegada de la muerte. Ambos en continuo silencio para no compartir ni siquiera lo que en la existencia habían aprendido. Ambos temblando, porque es invierno, y de sus sillas no se levantan más que para comer e ir al baño. Esta tarde un vecino de ellos pasó por la gran mansión y les dijo: “son una blasfemia existencial, miren que desperdiciar sus vidas de esta manera es algo pecaminoso”, dicho lo cual apresuró el paso para llegara su casa y ponerse a ver televisión durante horas. Cuentan que una noche, de mendigante luna menguante, un empedernido romántico pensó en los Bloco y en la total falta de amor fraternal que había entre ellos. “¿Cómo han podido vivir todo este tiempo sin amar a alguien?”, había exclamado el romántico en lo oscuro de su propia habitación y luego se calló para aguzar el oído en espera de las pisadas de aquella mujer que tanto amó y que lo había abandonado hacía, en ese momento, catorce años, siete meses, cuarenta y cinco horas y tres minutos. Para ser honestos, nadie puede afirmar que los Bloco son infelices, aunque tampoco nadie puede afirmar lo contrario. “Si tan sólo hubieran sido más ambiciosos, hubiesen gozado y hubieran obtenido más de la vida”, dijo el empresario moribundo que esta misma mañana había tenido que abandonar su mansión para ser internado de emergencia en un hospital debido a otro ataque del corazón ocasionado por el estrés. Ese ataque fue el último de su vida. Posiblemente los Bloco serán olvidados, pues no dejarán nada que permita a las generaciones futuras conocerlos. Y eso lo digo yo, quien escribe estas palabras que ni yo mismo creo volver a leer mañana. Bueno, después de todo sólo fue una leyenda.

No hay comentarios: