domingo, 29 de marzo de 2009

Palabras que sobran

Después de que se ahoga el niño tapan el pozo. La retrospectiva es una ciencia exacta. Es algo raro estar en el lugar donde hay que comprar para sentirse vivo. Por lo tanto hoy estoy medio muerto, en el día que dicen que es el más triste del año, por las circunstancias climáticas. No me siento mal, pero podría sentirme mejor. No hago caso al hombre que habla del clima por televisión, porque ni televisión tengo. En la isla desierta, que es en realidad una península, estoy sin estar. Estirando palabras como ferrocarril, o como desoxirribunucléico hasta que se rompan. El rompope de las monjas no produce embriaguez, primero caerás asqueado.

He visto a muchas personan jurar en vano y sin embargo creo que lo hicieron honestamente, lo sé porque yo mismo me he propuesto cosas que con el tiempo olvido. Por eso debemos de dudar de quien promete algo para siempre, aunque sea sincero, pues si le crees es probable que termine lastimándote sin haber tenido la intención de hacerlo. A veces esto último es lo que más duele. Los fatigados peregrinos de la rutina continuaban su imparable desfile ante mi desatenta indiferencia, ignorando las gónadas en ganga de la gangosa con gangrena. “Es mucho pedir, dijo Pedro, el de la camisa azul y pantalones oscuros acerca de la disciplina que su hermana le pedía a través de un teléfono celular. Una mujer con celulitis circulaba presumiendo sus malformadas y descuidadas piernas con una minifalda que nadie en las islas Bikini se atrevería a usar. Yo me puse a pensar que las corbatas no sirven más que para colgarse los colores al cuello. Una mujer cuyo nombre había olvidado (no yo, sino ella) le decía a su acompañante anónimo que era muy mala para aprehenderse la letra de las canciones. Su papá había aprendido en la cárcel muchas tonadas en la harmónica, era un guardia que no tenía nada de ángel más que el nombre, pero había muerto sin aprehender tampoco ninguna letra (el tipo murió sin deudas). A mí me importaba un bledo la letra que escapaba de esa mujer, por eso intenté contar cuántas rubias naturales pasaban delante de mí. Conté 75, pero sospecho que muchas de ellas eran beneficiadas por la química estética moderna. Un pobre diablo repartidor a bordo de una motocicleta destartalada se sentía rey por un día al conducir lentamente por una calle estrecha, impidiendo el paso a dos docenas trágicas de automovilistas que intentaban acelerar detrás de él. En la noche el pobre diablo (y más de uno de las dos docenas) llegaría a su casa a probar con la lengua el sabor de las suelas de su suegra. Hechos de la vida, yo por eso no estoy interesado en las carreras de caballos ni en las acciones de la bolsa inactiva. Por otro lado me pregunto ¿de qué sirve dejarte constancia de mis tiempo si tú, igual que yo y que todos los demás, vas morir algún día para después, igual que yo y que todos los demás, serás completamente olvidado? Dichosos los triunviros virulentos monos que no ven, no oyen y no escriben.

“Hmmm” dijo él como única respuesta. “¿Qué opinas?”, dijo ella con esa típica urgencia que nace de la culpa no confesada. “No sé si decirte una brutal verdad o una piadosa mentira”, respondió él por fin, como una forma de ganar tiempo. “Dime la verdad”, dijo ella, quien por cierto, de postularse en la competencia bien ganaría el ‘Pinocho del año’. “Está bien”, dijo él, con una seguridad y aplomo sacados de la manga de un árbol de Manila, “haré lo que cualquier diplomático y te diré falsas verdades barnizadas de belleza”. Ella sonrió satisfecha.

En el radio sonaba la misma canción cansada de hace treinta años (como si nadie hubiese escrito nada que valiera la pena desde ese entonces). De repente la transmisión fue interrumpida por un hábil aviso que decía: “pronto, inscríbase al curso ‘el arte de saber personar’ y termine con esos odiosos odios, irónicas iras y fructifique sus frustraciones de una vez por todas. Comuníquese al 5555555555. El curso se impartirá en el centro nacional de la cultura y la promoción del arte. Y perdónenos la interrupción de su cascada canción”. El viejo tema fue reanudado sin atarse, exactamente donde había sido interrumpido sin permiso.

La mayoría de las personas en el recinto, como la mayoría de la humanidad, llegaban en ocasiones a formar ideas que pensaban serían demasiado ridículas como para ser expresadas. Nadie en el recinto resultó ser como esa escuálida minoría que expresan sus ideas y terminan siendo ricos por eso.

La mayoría del tiempo me pregunto: “¿qué hago en este mundo?” Sé que más de una persona me respondería con la palabra obvia: “vivir”; entonces yo arremetería con “pero ¿cuál es el sentido?” Algunos dirán que debo ser alguien en la vida. Hmm, como si pudiese existir (o hubiese existido) alguien que no terminará, tarde o temprano, siendo sepultado por las espesas arenas del tiempo. Otros dirán que el fin es amar. ¿Amar a qué o a quién? ¿Qué sentido tiene dedicarle la vida a alguien? ¿Acaso amar a la humanidad? ¿Qué caso tiene el amor que no es correspondido? El amor platónico es tan absurdo como tratar de usar una bolsa de plástico como abono natural. Habrá quien diga: “mira cómo te bendice el Cielo”. Y yo creo que así como hay muchos en peor situación que la mía, hay también algunos en mejor lugar. Honestamente no me gustaría ser ni unos ni otros. Ese no es el punto. Yo quiero saber cuál es el sentido de haber nacido. Cuando tenía fe, creía que esta vida era una prueba a la que nos somete Dios. ¿pero qué gana el todopoderoso con probarnos? ¿Somos su juego y lo hace para tener algo en qué divertirse en sus ratos de eternidad? La respuesta creo que no la obtendré nunca en esta vida, y si esta vida no me conduce a esa respuesta entonces ¿cuál es el sentido de vivir? Dejando a un lado la divinidad, si alguien se atreve a decirme que el objetivo es mejorar el mundo, le diré que no, que este mundo no cambia esencialmente. Cuando algo se modifica pronto regresa a su estado inicial y así todo se mueve en un círculo vicioso. Ojalá estos pensamientos fueran producto de mi enojo, pero no estoy enojado, simplemente confundido. Quizá ese sea el verdadero sentido de la vida: aceptar la confusión y después vivir como si nunca se hubiese pensado en ello, hasta ser sorprendidos por esa especie de ladrón nocturno que termina arrancándonos la vida. La vida puede ser, solamente, respirar hasta expirar. La perfección del absurdo. ¡Buen viaje!

La raja anaranjada rajaba la mañana porque según la roja Scarlett “mañana será otro día”. Y pobre de aquél que no sonría, pues será el hazmerreír de todos los que vean la foto. Alguien aprendió que el deshojar margaritas no solucionará su vida amorosa, si ésta ha estado siempre destinada al fracaso. Ni Heracles podría solucionar ese problema. Tarea tardía que tergiversa la homilía. De repente las noches del verano se transforman en el verano pasado, tan pesado como aquellos que confundidos buscamos el sentido al ritmo de nuestro corazón. Cierra la billetera amigo, eso sólo puede comprar bienes, salud y amor, hasta cierto punto. Yo me divertiré observando a los que maldicen a Colón dos mil años después.

¿Qué mas queda por hacer cuando hay urgencia por escribir, pero se carece de una historia? Dicen que los pueblos que ignoran su historia están condenados a repetirla. Yo, siguiendo el eco de esa presurosa premisa, soy el eco de mi propia vida, cualquiera que esta sea, y siendo un cualquiera a la vez. Quizá sea un pecado pensar tanto en vano, como lo es para muchos el pesarse en una báscula inmaculada; pero en esta ardiente pendiente todo es posible y parece que el único fin es tocar el fondo de una mujer vestida a la antigua, para después volver a subir. Suben los intereses, aunque la mayoría somos indiferentes, sube la inflación que nos desinfla, la moral es la misma siempre, igual que la profundidad del mar. Me dice el que cree que descubrió el hilo negro: “no te angusties, la rueda es redonda y nunca nada la podrá cuadrar, ese es el secreto”. Yo me río educadamente, como duque dichoso en un dique, y dizque valiente me enfrasco en un tarro donde guardo mis propios asuntos. Y sin embargo me muevo.

De pie en lo que considero la mitad justa (no muy convencido porque no creo alcanzar los 66) como teniendo un pie en cada lado del meridiano de Greenwich, me llegó la noticia de que todo en la vida simplemente sucede. Estoy de acuerdo en que puede haber un plan maestro (tiene que haberlo), y por eso no es bueno hacer planes, panes ni flanes. Hoy me siento sin mucho sentido, y la verdad no me importa mucho que alguien pensara de mí lo que por la mañana pensé de una mujer: “tiene un cuerpo bien conservado, pero en su rostro parece que los años se ensañaron”. Aunque en realidad nadie podría pensar eso de mí porque mi único ejercicio es respirar y escribir. B-leaf-me.

3 comentarios:

Cecy dijo...

Esto fue como ver una pelicula, la disfrutas mientras la vez, a veces te deja algo, o simplementes sales y continuas con lo que el paisaje te muestra.
Hay dias y dias, dicen algunos.
Pero bien lo haces en este texto.

Besos.

Gittana dijo...

Tuve que suspirar... no se si de tristeza o rabia...

aqui estoy, siguiendote...

Ojala todos los días fueran como en mis sueños...

besos hermoso.

Jesse Leyva dijo...

uff!! creo que tengo que releerte, m.... es bastante lógico todo lo que redactaste... ¿asi que qué sigue??

atte:la de la ortografia fea.... y escritos simples